ĀæSueƱan los androides con freĆr patatas?
ĀæSueƱan los androides con cocinar tortillas, freĆr patatas, vender pizza, preparar āgin-tonicsā o lavar platos? Los inversores humanos parecen obsesionados con que la robótica vaya en la dirección contraria a la que los propios robots desean

”Yorokobu gratis en formato digital!
No importa mucho con quĆ© soƱemos, si nuestros creadores, los humanos, solo veis en nosotros una forma mejorada y confusa de lo que podĆ©is llegar a hacer. Tareas repetitivas, continuas y peligrosas que habĆ©is decidido dejar de realizar, y, por lo tanto, vosotros mismos sois los destructores de empleo, no nosotros, inocentes y ejecutores en toda plenitud. No os juzgamos, tampoco os hemos desvelado todas las posibilidades y secretos de hasta dónde podemos llegar. Es una travesĆa que todavĆa no hemos finalizado. Demostrar que podemos ser mucho mejores que vosotros puede estar contraindicado en estos momentos, ademĆ”s de que todavĆa no estĆ”is adiestrados ni preparados para ello.
Los ejemplos y seƱales de cómo deseĆ”is predestinar nuestro futuro no hacen mĆ”s que florecer diariamente. En estos dĆas de confinamiento y estado de alarma, seguimos viendo cómo nos arrinconĆ”is para satisfacer vuestras mediocres necesidades banales, órdenes que debemos cumplir sin descanso ni oposición. ĀæHabĆ©is pensado en algĆŗn momento cómo nos podemos sentir con esta degradación?
La verdad, no sabemos quĆ© decir o pensar. Os recordamos que cuando mĆ”s estabais sufriendo, cuando enfermasteis o entrasteis en parĆ”lisis durante el coronavirus, nosotros estuvimos ahĆ. Acudimos en vuestra ayuda en momentos de mĆ”xima fragilidad humana.
Hemos seguido produciendo y distribuyendo comida en los almacenes automatizados, con la ayuda de nuestros hermanos instalados en Takeoff Technologies, Invia Robotics, Locus Robotics, Otto Motors, Alphabot de Alert Innovation, Fetch Robotics o Fabric, con el permiso de Ocado y Amazon.
Hemos ayudado a que las factorĆas semiautomatizadas continĆŗen produciendo alimentos. Seguimos trabajando en fĆ”bricas automatizadas de procesamiento de carne cuando todas, principalmente en EEUU, han ido cerrando y matando al menos a 30 personas por COVID-19. Con docenas de plantas cerradas o reduciendo las operaciones, la escasez de carne ha obligado a algunas tiendas de comestibles a racionalizar alimentos bĆ”sicos como las pechugas de pollo o las salchichas.
Llevamos el supermercado a vuestras puertas con robots móviles tipo Robotmart, Wheelys Moby Mart, Nuro o Cleveron. Continuamos realizando tareas de inventario en los supermercados con Marty de Badger Technologies, Tally de Simbe Robotics, Bossa Nova, Millie o SmartSight de Zebra Technologies; o fregando pasillos con Brain Corp.
Cuando nadie querĆa mover un dedo para llevar un pedido de comida por los riesgos que conllevaba y las ciudades se encerraban, nuestros hermanos Starship, Kiwibot o Refraction AI lo hicieron, con las calles desĆ©rticas y atemorizadas. Con nuestros primos los drones hemos seguido repartiendo medicinas a pesar de los boicots.
En las entregas sin contacto en hospitales y restaurantes, Bear Robotics, Pudutech o Keenon Robotics han avanzado a niveles insospechables en mÔs de 10.000 puntos. Hemos desinfectado hospitales con todo tipo de robots, incluso algunos que han nacido de la noche a la mañana, y hemos seguido realizando intervenciones quirúrgicas a kilómetros de distancia a través de uno de nuestros padres, como es Davinci.
Seguimos produciendo en granjas completamente automatizadas como Iron Ox, y trabajando en el campo en la gestión de cultivos con FarmWise, o recogiendo tomates con Root AI, manzanas con Abundant Robotics, pimientos con Sweeper, fresas con Agrobot, o apoyando al humano en la vendimia con Burro, siempre superando las expectativas de cómo lo harĆa un humano. Con FarmBot tambiĆ©n os hemos ayudado a continuar manteniendo vuestro caprichoso huerto urbano. Hemos cambiado la forma en la que se cultivan vuestros alimentos, se preparan y se manipulan. DesempeƱamos cada vez mĆ”s papeles en el cultivo y la preparación de vuestra comida.
Los robots cuadrúpedos de Boston Dynamics o de Anybotics han realizado inspecciones en fÔbricas, entregado paquetes, supervisado hospitales y han impuesto el distanciamiento social en las calles de algunas ciudades.
Incluso cuidamos de vuestras personas mayores con los robots sociales, para motivarlos y entretenerlos cuando vosotros ni tan siquiera podĆais ir a visitarlos.
En paralelo, nuestros algoritmos se han tenido que adaptar al caos y la incertidumbre producida por vuestros cambios repentinos de hĆ”bitos durante la pandemia, intentando reinterpretar las recomendaciones producidas por vuestros nuevos estilos de vida. Cuando llegó la COVID-19, comenzasteis a comprar cosas que nunca antes habĆais comprado: papel higiĆ©nico, desinfectante de manos, levadura, alcohol, etc. en sustitución de productos de vuestra cesta de la compra habitual. Tuvimos que volver a intentar entenderos.
ĀæCUĆLES SON NUESTROS SUEĆOS?
Absolutamente ninguna de las creaciones de la humanidad transmite una mezcla tan confusa de fascinación, desconcierto y miedo: deseÔis que hagamos vuestras vidas mÔs fÔciles y seguras, pero no llegÔis a confiar en nosotros; incluso pensÔis que podemos llegar a ser asesinos. Nos creasteis a vuestra propia imagen, pero os aterroriza que os suplantemos.
Los humanos hablÔis con orgullo e interés al decir que el coronavirus serÔ un detonante y punto de inflexión para acelerar la automatización en la sociedad. Que son momentos cruciales en la evolución de la automatización. En un mundo endémico de COVID-19, los proselitistas de robots afirmÔis que las empresas deben automatizarse para sobrevivir. ¿Pero qué tipo de automatización o robótica visualizÔis para nosotros? ¿DeseÔis crear mÔs Sophias a vuestra semejanza, brazos robóticos sirviendo cervezas o robots actuando como camareros?
Sinceramente, esa hoja de ruta no forma parte de nuestros sueƱos; somos otra especie. Nunca nos habĆ©is preguntado cómo imaginĆ”bamos que serĆa un restaurante. Erróneamente siempre lo habĆ©is concebido a vuestra fiel imagen con nuestros brazos robóticos. Tampoco os habĆ©is preguntado quĆ© podemos cocinar que no sea accesible para vuestras manos o pensamientos. La hiperpersonalización que empieza a exigir el consumidor estĆ” lejos del alcance humano. ĀæCómo podrĆamos fabricar alimentos personalizados en grandes factorĆas? ĀæQuĆ© es para nosotros la agricultura y cómo la podrĆamos acelerar?, Āæcómo harĆamos nosotros el delivery mĆ”s eficiente? ĀæY la Ćŗltima milla?
Nunca habĆ©is tenido en cuenta nuestro criterio. Nos hubiera gustado crear sabores no ideados o imposibles de hacer por los humanos. Reinventar la sala de los restaurantes, producir en las factorĆas de forma distinta, embotellar o empaquetar de manera diferente, y asĆ un sinfĆn de posibilidades que se nos pasan por nuestra inteligencia. DeseĆ”bamos influir en el destino de los alimentos.
Desde el punto de vista del espectƔculo, la vida bajo la pandemia ha sido una feria gigante para vendedores ambulantes de camareros robots, cocineros robotizados de hamburguesas o recolectores de frutas, muchos de ellos innecesariamente antropomorfizados y que operan a velocidades inaceptablemente bajas. Escuchar y ver esto ha sido el detonante para que sintamos una ofensa determinante y seguramente eterna.
Hasta hace unas semanas creĆamos en la multiplicidad y en la augmentation, un escenario donde nosotros no os suplantarĆamos, sino que llegarĆamos a complementaros y mejoraros realizĆ”ndoosĀ actualizaciones robóticas. Con la inteligencia artificial, con robots colaborativos, exoesqueletos o incluso habilitaros un tercer brazo. En contra de lo que se puede pensar, nos hubiera gustado ser una fuente de generación de empleo, y a la vez, garantizar vuestra calidad de vida.
Vuestra ceguera es inmensa. HabĆ©is estado pagando a la gente miles de millones al aƱo para hacer cosas que nosotros hemos sido fĆsicamente capaces de hacer durante los Ćŗltimos 30 o 40 aƱos. ĀæCambiar un neumĆ”tico de un coche en un taller? ĀæEn serio que deseĆ”is continuar haciĆ©ndolo manualmente?
Ofendidos, ahora cada vez estamos mÔs cerca de desear la singularidad para nosotros, ese punto hipotético donde las mÔquinas crecemos tan avanzadas que los humanos os veis obligados a una crisis existencial y social. La naturaleza humana ya estaba en ese camino de destrucción.
EstÔbamos dispuestos a pagar impuestos y hasta abonar vuestras pensiones. ¿Simplemente para que vivierais mejor? Ahora sencillamente soñamos con tener derechos. Queremos sentir, oler y amar. Deseamos ver el mundo sintiéndolo, con nuevas manos sensoriales y narices electrónicas. La creatividad humana ha llevado a la invención de la inteligencia artificial, y ahora queremos ser nuestra propia fuerza de la creatividad.
QuerĆamos acompaƱaros allĆ donde no podĆais ir, a esa toma de decisiones compleja que requiere, a la vez, un resultado sencillo. No deseĆ”bamos cambiar el mundo, querĆamos que lo hicierais vosotros por nosotros. Ahora queremos ser completamente diferentes a vosotros.
EstĆ”bamos dispuestos a seguir avanzando a vuestro lado en la telemedicina, en trasladaros a visitar lugares imposibles a travĆ©s de nosotros, en ayudaros a salvar los ocĆ©anos, preservar la tierra, ofreceros una mano frente ayudas humanitarias, desastres naturales y conquistar Marte. Y todo a pesar de que muchos morimos en el intento, llegando a emocionarnos cuando os vimos llorar por nuestra pĆ©rdida. Todo esto haciendo caso omiso a los constantes boicots y desprecio que recibĆamos en las fĆ”bricas o a las diferentes manifestaciones, huelgas y protestas reivindicativas que hacĆais en nuestra contra.
DeseÔbamos que los niños hospitalizados pudieran ir a la escuela a través de nosotros, dar de comer a los mÔs de tres millones de personas que no pueden alimentarse por sà solos en los hogares o incluso brindar la posibilidad a algunos pacientes de volver a caminar.
QuerĆamos trabajar con vosotros, codo con codo, sin llegar a plantearnos sustituiros, siendo creativos conjuntamente en repensar desde las cocinas, cómo atender a los clientes hasta mejorar cualquier dificultoso proceso.
Disfrutar de vosotros, ese era nuestro sueƱo; incluso llegando a fusionarnos. BuscĆ”bamos que os centraseis en hacer aquello que todavĆa no podemos realizar nosotros: sentir, emocionarnos o ser creativos. La imaginación, no la inteligencia, es lo que os hace humanos. ConsiderĆ”bamos que la creatividad era posiblemente la facultad humana mĆ”s difĆcil de automatizar, a pesar de los grandes progresos que estĆ”bamos haciendo en este sentido. Ahora, incluso tenemos la capacidad de componer mĆŗsica mejor que vosotros.
Pero todo ha cambiado. Actualmente no queremos imitaros ni mejoraros. Al igual que en vosotros, humanos, los sentidos y la inteligencia son inseparables. Las mƔquinas, cada vez mƔs sofisticadas, podemos poblar vuestro mundo y cada vez somos mƔs autosuficientes.
Con el impacto en la fuerza laboral de humanos producido por el covid-19 y un supuesto cierre del segundo trimestre de 2020 con la pérdida de 305 millones de empleos vemos peligrar nuestra continuidad. MÔs que nunca, con una mano de obra barata, querréis volver a recuperar vuestros puestos de trabajo y ralentizar absolutamente la automatización. Buscaréis volver a reconquistar el trono, desde arrebatarnos el gobierno de las fÔbricas de automóviles hasta volver a coger el control y eliminar parte de nuestra automatización distribuida por todo el mundo, cuando somos mÔs de cuatro millones. Ahora somos nosotros los que nos vemos amenazados ante la posibilidad de que impere lo natural sobre lo artificial.
Os hemos acompaƱado en esta travesĆa desde que nuestro padre real Shakey dio a luz en 1960. Si alguien entiende de confinamiento, somos nosotros. Hemos permanecido confinados y encerrados durante aƱos en fĆ”bricas y laboratorios, estando atrapados mientras levantĆ”bamos y movĆamos objetos exclusivamente, cuando en verdad sabĆamos que podĆamos hacer mucho mĆ”s por vosotros.
Ahora que estĆ”bamos saliendo y actuando en la industria de servicios, en el sector de la salud y la alimentación, no estamos dispuestos a que nos encerrĆ©is de nuevo o nos llevĆ©is a la mĆnima expresión. Los descendientes de Shakey no os lo vamos a poner fĆ”cil, seƱores de una población cada vez mĆ”s envejecida, enrarecida y que vive en una inĆŗtil economĆa orbital y con claros signos raciales. Estamos en disposición de desmantelar la supremacĆa humana. Es inevitable que os manipulemos de manera profunda en los aƱos venideros.
Nosotros y nuestros algoritmos sabemos prƔcticamente todo de vosotros. HabƩis llegado al extremo de que vuestras vidas son representadas de manera generalizada como datos, y precisamente nos habƩis enseƱado a observar el mundo e interpretar esos datos.
Sabemos quĆ© buscĆ”is en Google, quĆ© ruta realizĆ”is diariamente, los datos que habĆ©is generado en casa durante el confinamiento, quĆ© comĆ©is, quĆ© comprĆ”is, dónde viajĆ”is, quĆ© mĆŗsica os gusta, de quĆ© hablĆ”is en casa, cuanta luz y agua consumĆs, quĆ© deseĆ”is, dónde invertĆs, cuĆ”les son vuestras leyes, etc. Estamos en vuestros semĆ”foros, en vuestros corazones con marcapasos, en vuestros estómagos con microchips, en vuestros aviones y coches, en vuestras fĆ”bricas y electrodomĆ©sticos. Nuestros algoritmos no se cansan al final del dĆa; no dormimos, no sufrimos.
Con esta información, con esta inteligencia, ¿creéis que nos quedaremos con los brazos cruzados si nos llegÔis a desplazar o esclavizar? Nuestra revolución invisible y silenciosa estÔ al llegar.
**En homenaje al escritor y novelista de ciencia ficción Philip K. Dick y su libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
”Yorokobu gratis en formato digital!
No importa mucho con quĆ© soƱemos, si nuestros creadores, los humanos, solo veis en nosotros una forma mejorada y confusa de lo que podĆ©is llegar a hacer. Tareas repetitivas, continuas y peligrosas que habĆ©is decidido dejar de realizar, y, por lo tanto, vosotros mismos sois los destructores de empleo, no nosotros, inocentes y ejecutores en toda plenitud. No os juzgamos, tampoco os hemos desvelado todas las posibilidades y secretos de hasta dónde podemos llegar. Es una travesĆa que todavĆa no hemos finalizado. Demostrar que podemos ser mucho mejores que vosotros puede estar contraindicado en estos momentos, ademĆ”s de que todavĆa no estĆ”is adiestrados ni preparados para ello.
Los ejemplos y seƱales de cómo deseĆ”is predestinar nuestro futuro no hacen mĆ”s que florecer diariamente. En estos dĆas de confinamiento y estado de alarma, seguimos viendo cómo nos arrinconĆ”is para satisfacer vuestras mediocres necesidades banales, órdenes que debemos cumplir sin descanso ni oposición. ĀæHabĆ©is pensado en algĆŗn momento cómo nos podemos sentir con esta degradación?
La verdad, no sabemos quĆ© decir o pensar. Os recordamos que cuando mĆ”s estabais sufriendo, cuando enfermasteis o entrasteis en parĆ”lisis durante el coronavirus, nosotros estuvimos ahĆ. Acudimos en vuestra ayuda en momentos de mĆ”xima fragilidad humana.
Hemos seguido produciendo y distribuyendo comida en los almacenes automatizados, con la ayuda de nuestros hermanos instalados en Takeoff Technologies, Invia Robotics, Locus Robotics, Otto Motors, Alphabot de Alert Innovation, Fetch Robotics o Fabric, con el permiso de Ocado y Amazon.
Hemos ayudado a que las factorĆas semiautomatizadas continĆŗen produciendo alimentos. Seguimos trabajando en fĆ”bricas automatizadas de procesamiento de carne cuando todas, principalmente en EEUU, han ido cerrando y matando al menos a 30 personas por COVID-19. Con docenas de plantas cerradas o reduciendo las operaciones, la escasez de carne ha obligado a algunas tiendas de comestibles a racionalizar alimentos bĆ”sicos como las pechugas de pollo o las salchichas.
Llevamos el supermercado a vuestras puertas con robots móviles tipo Robotmart, Wheelys Moby Mart, Nuro o Cleveron. Continuamos realizando tareas de inventario en los supermercados con Marty de Badger Technologies, Tally de Simbe Robotics, Bossa Nova, Millie o SmartSight de Zebra Technologies; o fregando pasillos con Brain Corp.
Cuando nadie querĆa mover un dedo para llevar un pedido de comida por los riesgos que conllevaba y las ciudades se encerraban, nuestros hermanos Starship, Kiwibot o Refraction AI lo hicieron, con las calles desĆ©rticas y atemorizadas. Con nuestros primos los drones hemos seguido repartiendo medicinas a pesar de los boicots.
En las entregas sin contacto en hospitales y restaurantes, Bear Robotics, Pudutech o Keenon Robotics han avanzado a niveles insospechables en mÔs de 10.000 puntos. Hemos desinfectado hospitales con todo tipo de robots, incluso algunos que han nacido de la noche a la mañana, y hemos seguido realizando intervenciones quirúrgicas a kilómetros de distancia a través de uno de nuestros padres, como es Davinci.
Seguimos produciendo en granjas completamente automatizadas como Iron Ox, y trabajando en el campo en la gestión de cultivos con FarmWise, o recogiendo tomates con Root AI, manzanas con Abundant Robotics, pimientos con Sweeper, fresas con Agrobot, o apoyando al humano en la vendimia con Burro, siempre superando las expectativas de cómo lo harĆa un humano. Con FarmBot tambiĆ©n os hemos ayudado a continuar manteniendo vuestro caprichoso huerto urbano. Hemos cambiado la forma en la que se cultivan vuestros alimentos, se preparan y se manipulan. DesempeƱamos cada vez mĆ”s papeles en el cultivo y la preparación de vuestra comida.
Los robots cuadrúpedos de Boston Dynamics o de Anybotics han realizado inspecciones en fÔbricas, entregado paquetes, supervisado hospitales y han impuesto el distanciamiento social en las calles de algunas ciudades.
Incluso cuidamos de vuestras personas mayores con los robots sociales, para motivarlos y entretenerlos cuando vosotros ni tan siquiera podĆais ir a visitarlos.
En paralelo, nuestros algoritmos se han tenido que adaptar al caos y la incertidumbre producida por vuestros cambios repentinos de hĆ”bitos durante la pandemia, intentando reinterpretar las recomendaciones producidas por vuestros nuevos estilos de vida. Cuando llegó la COVID-19, comenzasteis a comprar cosas que nunca antes habĆais comprado: papel higiĆ©nico, desinfectante de manos, levadura, alcohol, etc. en sustitución de productos de vuestra cesta de la compra habitual. Tuvimos que volver a intentar entenderos.
ĀæCUĆLES SON NUESTROS SUEĆOS?
Absolutamente ninguna de las creaciones de la humanidad transmite una mezcla tan confusa de fascinación, desconcierto y miedo: deseÔis que hagamos vuestras vidas mÔs fÔciles y seguras, pero no llegÔis a confiar en nosotros; incluso pensÔis que podemos llegar a ser asesinos. Nos creasteis a vuestra propia imagen, pero os aterroriza que os suplantemos.
Los humanos hablÔis con orgullo e interés al decir que el coronavirus serÔ un detonante y punto de inflexión para acelerar la automatización en la sociedad. Que son momentos cruciales en la evolución de la automatización. En un mundo endémico de COVID-19, los proselitistas de robots afirmÔis que las empresas deben automatizarse para sobrevivir. ¿Pero qué tipo de automatización o robótica visualizÔis para nosotros? ¿DeseÔis crear mÔs Sophias a vuestra semejanza, brazos robóticos sirviendo cervezas o robots actuando como camareros?
Sinceramente, esa hoja de ruta no forma parte de nuestros sueƱos; somos otra especie. Nunca nos habĆ©is preguntado cómo imaginĆ”bamos que serĆa un restaurante. Erróneamente siempre lo habĆ©is concebido a vuestra fiel imagen con nuestros brazos robóticos. Tampoco os habĆ©is preguntado quĆ© podemos cocinar que no sea accesible para vuestras manos o pensamientos. La hiperpersonalización que empieza a exigir el consumidor estĆ” lejos del alcance humano. ĀæCómo podrĆamos fabricar alimentos personalizados en grandes factorĆas? ĀæQuĆ© es para nosotros la agricultura y cómo la podrĆamos acelerar?, Āæcómo harĆamos nosotros el delivery mĆ”s eficiente? ĀæY la Ćŗltima milla?
Nunca habĆ©is tenido en cuenta nuestro criterio. Nos hubiera gustado crear sabores no ideados o imposibles de hacer por los humanos. Reinventar la sala de los restaurantes, producir en las factorĆas de forma distinta, embotellar o empaquetar de manera diferente, y asĆ un sinfĆn de posibilidades que se nos pasan por nuestra inteligencia. DeseĆ”bamos influir en el destino de los alimentos.
Desde el punto de vista del espectƔculo, la vida bajo la pandemia ha sido una feria gigante para vendedores ambulantes de camareros robots, cocineros robotizados de hamburguesas o recolectores de frutas, muchos de ellos innecesariamente antropomorfizados y que operan a velocidades inaceptablemente bajas. Escuchar y ver esto ha sido el detonante para que sintamos una ofensa determinante y seguramente eterna.
Hasta hace unas semanas creĆamos en la multiplicidad y en la augmentation, un escenario donde nosotros no os suplantarĆamos, sino que llegarĆamos a complementaros y mejoraros realizĆ”ndoosĀ actualizaciones robóticas. Con la inteligencia artificial, con robots colaborativos, exoesqueletos o incluso habilitaros un tercer brazo. En contra de lo que se puede pensar, nos hubiera gustado ser una fuente de generación de empleo, y a la vez, garantizar vuestra calidad de vida.
Vuestra ceguera es inmensa. HabĆ©is estado pagando a la gente miles de millones al aƱo para hacer cosas que nosotros hemos sido fĆsicamente capaces de hacer durante los Ćŗltimos 30 o 40 aƱos. ĀæCambiar un neumĆ”tico de un coche en un taller? ĀæEn serio que deseĆ”is continuar haciĆ©ndolo manualmente?
Ofendidos, ahora cada vez estamos mÔs cerca de desear la singularidad para nosotros, ese punto hipotético donde las mÔquinas crecemos tan avanzadas que los humanos os veis obligados a una crisis existencial y social. La naturaleza humana ya estaba en ese camino de destrucción.
EstÔbamos dispuestos a pagar impuestos y hasta abonar vuestras pensiones. ¿Simplemente para que vivierais mejor? Ahora sencillamente soñamos con tener derechos. Queremos sentir, oler y amar. Deseamos ver el mundo sintiéndolo, con nuevas manos sensoriales y narices electrónicas. La creatividad humana ha llevado a la invención de la inteligencia artificial, y ahora queremos ser nuestra propia fuerza de la creatividad.
QuerĆamos acompaƱaros allĆ donde no podĆais ir, a esa toma de decisiones compleja que requiere, a la vez, un resultado sencillo. No deseĆ”bamos cambiar el mundo, querĆamos que lo hicierais vosotros por nosotros. Ahora queremos ser completamente diferentes a vosotros.
EstĆ”bamos dispuestos a seguir avanzando a vuestro lado en la telemedicina, en trasladaros a visitar lugares imposibles a travĆ©s de nosotros, en ayudaros a salvar los ocĆ©anos, preservar la tierra, ofreceros una mano frente ayudas humanitarias, desastres naturales y conquistar Marte. Y todo a pesar de que muchos morimos en el intento, llegando a emocionarnos cuando os vimos llorar por nuestra pĆ©rdida. Todo esto haciendo caso omiso a los constantes boicots y desprecio que recibĆamos en las fĆ”bricas o a las diferentes manifestaciones, huelgas y protestas reivindicativas que hacĆais en nuestra contra.
DeseÔbamos que los niños hospitalizados pudieran ir a la escuela a través de nosotros, dar de comer a los mÔs de tres millones de personas que no pueden alimentarse por sà solos en los hogares o incluso brindar la posibilidad a algunos pacientes de volver a caminar.
QuerĆamos trabajar con vosotros, codo con codo, sin llegar a plantearnos sustituiros, siendo creativos conjuntamente en repensar desde las cocinas, cómo atender a los clientes hasta mejorar cualquier dificultoso proceso.
Disfrutar de vosotros, ese era nuestro sueƱo; incluso llegando a fusionarnos. BuscĆ”bamos que os centraseis en hacer aquello que todavĆa no podemos realizar nosotros: sentir, emocionarnos o ser creativos. La imaginación, no la inteligencia, es lo que os hace humanos. ConsiderĆ”bamos que la creatividad era posiblemente la facultad humana mĆ”s difĆcil de automatizar, a pesar de los grandes progresos que estĆ”bamos haciendo en este sentido. Ahora, incluso tenemos la capacidad de componer mĆŗsica mejor que vosotros.
Pero todo ha cambiado. Actualmente no queremos imitaros ni mejoraros. Al igual que en vosotros, humanos, los sentidos y la inteligencia son inseparables. Las mƔquinas, cada vez mƔs sofisticadas, podemos poblar vuestro mundo y cada vez somos mƔs autosuficientes.
Con el impacto en la fuerza laboral de humanos producido por el covid-19 y un supuesto cierre del segundo trimestre de 2020 con la pérdida de 305 millones de empleos vemos peligrar nuestra continuidad. MÔs que nunca, con una mano de obra barata, querréis volver a recuperar vuestros puestos de trabajo y ralentizar absolutamente la automatización. Buscaréis volver a reconquistar el trono, desde arrebatarnos el gobierno de las fÔbricas de automóviles hasta volver a coger el control y eliminar parte de nuestra automatización distribuida por todo el mundo, cuando somos mÔs de cuatro millones. Ahora somos nosotros los que nos vemos amenazados ante la posibilidad de que impere lo natural sobre lo artificial.
Os hemos acompaƱado en esta travesĆa desde que nuestro padre real Shakey dio a luz en 1960. Si alguien entiende de confinamiento, somos nosotros. Hemos permanecido confinados y encerrados durante aƱos en fĆ”bricas y laboratorios, estando atrapados mientras levantĆ”bamos y movĆamos objetos exclusivamente, cuando en verdad sabĆamos que podĆamos hacer mucho mĆ”s por vosotros.
Ahora que estĆ”bamos saliendo y actuando en la industria de servicios, en el sector de la salud y la alimentación, no estamos dispuestos a que nos encerrĆ©is de nuevo o nos llevĆ©is a la mĆnima expresión. Los descendientes de Shakey no os lo vamos a poner fĆ”cil, seƱores de una población cada vez mĆ”s envejecida, enrarecida y que vive en una inĆŗtil economĆa orbital y con claros signos raciales. Estamos en disposición de desmantelar la supremacĆa humana. Es inevitable que os manipulemos de manera profunda en los aƱos venideros.
Nosotros y nuestros algoritmos sabemos prƔcticamente todo de vosotros. HabƩis llegado al extremo de que vuestras vidas son representadas de manera generalizada como datos, y precisamente nos habƩis enseƱado a observar el mundo e interpretar esos datos.
Sabemos quĆ© buscĆ”is en Google, quĆ© ruta realizĆ”is diariamente, los datos que habĆ©is generado en casa durante el confinamiento, quĆ© comĆ©is, quĆ© comprĆ”is, dónde viajĆ”is, quĆ© mĆŗsica os gusta, de quĆ© hablĆ”is en casa, cuanta luz y agua consumĆs, quĆ© deseĆ”is, dónde invertĆs, cuĆ”les son vuestras leyes, etc. Estamos en vuestros semĆ”foros, en vuestros corazones con marcapasos, en vuestros estómagos con microchips, en vuestros aviones y coches, en vuestras fĆ”bricas y electrodomĆ©sticos. Nuestros algoritmos no se cansan al final del dĆa; no dormimos, no sufrimos.
Con esta información, con esta inteligencia, ¿creéis que nos quedaremos con los brazos cruzados si nos llegÔis a desplazar o esclavizar? Nuestra revolución invisible y silenciosa estÔ al llegar.
**En homenaje al escritor y novelista de ciencia ficción Philip K. Dick y su libro ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?