¿Te comerías un bocata en esta plaza?

¡Yorokobu gratis en formato digital!
No, amigos, no hablo de sentarse en una terraza y que te lo sirvan. Eso está muy bien pero no todos los ciudadanos se lo pueden permitir cada vez que les apetece descansar un rato en un espacio público. Hablo del bocata traído de casa, envuelto en papel de aluminio, hecho con cariño esa mañana para ser devorado a la hora de comer.
Reitero la pregunta. ¿Si mañana decido ir a una plaza del centro de Madrid a comerme ese bocata, qué me encontraré?
Iniciamos este periplo en la Plaza de las Cortes. Qué mejor lugar que el espacio público más próximo a la casa donde trabajan nuestros representantes políticos. Un lugar que debería estar lleno a la hora de comer. Sus señorías se pelean a diario por defender nuestros derechos y necesitan salir a tomar el aire durante los recesos del hemiciclo.
La plaza es amplia. Tiene un par de árboles raquíticos, los que había antes fueron sacrificados para hacer el parking subterráneo que yace en el subsuelo.
Aun así encuentro unos cuantos huecos debajo de un árbol. Sorprendentemente no encuentro a ningún político que haya optado por acompañarme. A un lado está una elegante lechera en la que tres armarios discuten acaloradamente sobre lo que cobran por las horas extras. Un pequeño grupo de personas aprovecha la poca sombra que hay.
Me quedo en uno de esos bancos unipersonales que tan de moda se han puesto en la ciudad y miro al infinito. La vista es amplia hacia un suelo de granito completamente expuesto al sol. A cada persona que pasa por allí la plaza le susurra al oído: «vete de aquí. No te queremos. Si encuentras un hueco en la sombra a un lado quizá de te deje quedarte pero si no, pírate chaval. Las personas sobráis en este espacio».
Algo incómodo, procedo a tomarme el bocata pero probablemente será la última vez. No me siento bienvenido en este lugar.
Al día siguiente decido optar por la Plaza de Santa Ana. No te engañaría si te dijese que debe haber por lo menos 500 sino 1.000 asientos disponibles. El que tenga la cartera llena lo tendrá muy fácil para decidirse. Terrazas de todas las modalidades con todo tipo de esprays anticalor. Pero hay que ser coherentes. Mi abuela me ha hecho un bocata de tortilla y un vaso de gazpacho. Debo seguir con el experimento.
Ahí están. Tres cubos torcidos son unos de los poco lugares que tengo para sentarme. El granito está ardiendo. Hay un sol de justicia. En definitiva, en esta plaza no me comería un bocata. No está a la altura del manjar que me ha preparado mi abuela, así que prosigo mi camino por la calle Huertas en busca de más plazas.
Por el camino me encuentro con este delicioso detalle urbanístico…
Y estos preciosos bancos…
Llego a la plaza Jacinto Benavente. Un lugar tan hospitalario que me cuesta encontrar un lugar para sentarme sin pasar por caja. Una vez más este espacio está a reventar de terrazas. Aun así, si logro encontrar un hueco para descansar un rato, tampoco me quejaré.
Mierda. Cuando creo haber dado con un hueco, un anciano avispado me gana y llega antes. Digo espabilado porque trae consigo un cartón que utiliza para hacer más cómoda su estancia en el borde de la maceta diseñada para que nadie se sentase allí. Los arquitectos subestiman el ingenio humano.
¡Cabrones!
Las vistas son espectaculares. Un solar muy cuco desde luego. Pero de nuevo, este lugar me está diciendo: «O te tomas una caña en una terraza o te vas a tomar por el culo. ¿Me entiendes?».
Otra espabilada que ha encontrado un espacio para descansar. Lee el periódico tranquilamente pero solo cabe ella en este banco improvisado.
Prosigo mi camino. La plaza Mayor. Un lugar que hace mucho tiempo fue ajardinado pero que hoy proporciona sablazos a tutiplén para todo aquel que sea lo suficientemente inconsciente para sentarse en sus terrazas. El sol sigue pegando con saña sobre los pocos bancos que quedan en el centro. El gazpacho también está cada vez más caliente. Este tampoco es un lugar adecuado por mucho que me guste la plaza. Seguimos.
Toda esta odisea me la podría haber ahorrado trayendo mi propia silla, como han hecho estas mujeres. Ellas deciden dónde se sientan y se dejan de tonterías. Al centro de Madrid se viene preparado como cuando vamos a la playa. ¿A alguien se le ocurre ir al mar sin sombrilla y toalla? Pues eso…
Hay un lugar agradable a 300 metros de la Plaza Mayor que sería perfecto para comer. Desafortunadamente está siendo utilizado como un parking al aire libre. Una oportunidad desperdiciada para crear un espacio público de calidad.
En la plaza de Pontejos, Papá Pitufo ha decidido tomarse un respiro. Se ha cogido el mejor lugar de la plaza. Me preparo para sentarme pero el fuerte olor a meado me echa para atrás. Ya que me he vuelto exigente, voy a buscar un lugar mejor.
Plaza del Carmen (unas horas más tarde). Bufff. Ni un mísero banco.
No, espera. Hay uno. Es de madera y de los antiguos. Por lo menos no es un banco lápida. Mierda, me lo han arrebatado.
Otras chicas espabiladas que aprovechan los bordillos.
Unos tortolitos se acomodan en las escaleras.
¡Mira, un banco! Pero ya que he pasado tanto tiempo buscando el lugar perfecto, decido continuar la aventura.
Puerta del Sol. El kilómetro cero.Una vez más, señor arquitecto, nos hemos rebelado ante ti. Sabemos que no querías que nos sentásemos en este lugar pero te van a dar por saco. Cada día, personas como estas levantan el dedo corazón hacia ti y deciden hacer lo imposible para sentarse. No hay nada que puedas hacer para detenerlos pero tampoco me vale para comer mi bocata.
¡Comprad malditos! Pero no se os ocurra sentaros en un banco porque no hay (insertar risa de malo).
La fuente es algo incómoda pero muchos deciden sentarse en ella ante la falta de alternativas.
Chapó. Estás chicas sí que se lo han currado, lo que pasa es que me resulta poco práctico para comerme el bocata.
Con un hambre que te cagas decido hacer el último intento. ¿Qué tal la plaza de Oriente? Ese espacio público proyectado mucho antes de que un grupo de psicópatas tomasen el control del departamento de urbanismo de Madrid. Reformada por Álvarez de Manzano en 1996, aún conserva la distribución antigua y muchos elementos que nos dejaron nuestros antepasados. Sí, esos de lo que tanto nos mofamos por no tener internet pero que nos daban 30.000 vueltas a la hora de planificar el espacio público.
Primera impresión. ¡Niños! Vida. Arena. Esa sustancia que deja rastro en los mocasines de los políticos pero cuya presencia hace que el espacio sea mucho más agradable. No absorbe el calor y permite a los árboles crecer en libertad.
¡Verde! El que proyectó este lugar es un puto genio. Árboles que te protegen del sol y que te ayudan a respirar. Plantas que ayudan a bajar las temperaturas del lugar.
Bancos y más bancos. Está a reventar.
Recovecos para aquellos que quieran privacidad.
Vistas de las buenas.
¿Jugamos a las cartas?
Aquí sí me voy a comer mi bocata. El gazpacho está ardiendo pero estoy feliz. Lo voy a celebrar con una caña en una de las terrazas de la plaza.
Relacionada: Madrid no es ciudad para bancos
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No, amigos, no hablo de sentarse en una terraza y que te lo sirvan. Eso está muy bien pero no todos los ciudadanos se lo pueden permitir cada vez que les apetece descansar un rato en un espacio público. Hablo del bocata traído de casa, envuelto en papel de aluminio, hecho con cariño esa mañana para ser devorado a la hora de comer.
Reitero la pregunta. ¿Si mañana decido ir a una plaza del centro de Madrid a comerme ese bocata, qué me encontraré?
Iniciamos este periplo en la Plaza de las Cortes. Qué mejor lugar que el espacio público más próximo a la casa donde trabajan nuestros representantes políticos. Un lugar que debería estar lleno a la hora de comer. Sus señorías se pelean a diario por defender nuestros derechos y necesitan salir a tomar el aire durante los recesos del hemiciclo.
La plaza es amplia. Tiene un par de árboles raquíticos, los que había antes fueron sacrificados para hacer el parking subterráneo que yace en el subsuelo.
Aun así encuentro unos cuantos huecos debajo de un árbol. Sorprendentemente no encuentro a ningún político que haya optado por acompañarme. A un lado está una elegante lechera en la que tres armarios discuten acaloradamente sobre lo que cobran por las horas extras. Un pequeño grupo de personas aprovecha la poca sombra que hay.
Me quedo en uno de esos bancos unipersonales que tan de moda se han puesto en la ciudad y miro al infinito. La vista es amplia hacia un suelo de granito completamente expuesto al sol. A cada persona que pasa por allí la plaza le susurra al oído: «vete de aquí. No te queremos. Si encuentras un hueco en la sombra a un lado quizá de te deje quedarte pero si no, pírate chaval. Las personas sobráis en este espacio».
Algo incómodo, procedo a tomarme el bocata pero probablemente será la última vez. No me siento bienvenido en este lugar.
Al día siguiente decido optar por la Plaza de Santa Ana. No te engañaría si te dijese que debe haber por lo menos 500 sino 1.000 asientos disponibles. El que tenga la cartera llena lo tendrá muy fácil para decidirse. Terrazas de todas las modalidades con todo tipo de esprays anticalor. Pero hay que ser coherentes. Mi abuela me ha hecho un bocata de tortilla y un vaso de gazpacho. Debo seguir con el experimento.
Ahí están. Tres cubos torcidos son unos de los poco lugares que tengo para sentarme. El granito está ardiendo. Hay un sol de justicia. En definitiva, en esta plaza no me comería un bocata. No está a la altura del manjar que me ha preparado mi abuela, así que prosigo mi camino por la calle Huertas en busca de más plazas.
Por el camino me encuentro con este delicioso detalle urbanístico…
Y estos preciosos bancos…
Llego a la plaza Jacinto Benavente. Un lugar tan hospitalario que me cuesta encontrar un lugar para sentarme sin pasar por caja. Una vez más este espacio está a reventar de terrazas. Aun así, si logro encontrar un hueco para descansar un rato, tampoco me quejaré.
Mierda. Cuando creo haber dado con un hueco, un anciano avispado me gana y llega antes. Digo espabilado porque trae consigo un cartón que utiliza para hacer más cómoda su estancia en el borde de la maceta diseñada para que nadie se sentase allí. Los arquitectos subestiman el ingenio humano.
¡Cabrones!
Las vistas son espectaculares. Un solar muy cuco desde luego. Pero de nuevo, este lugar me está diciendo: «O te tomas una caña en una terraza o te vas a tomar por el culo. ¿Me entiendes?».
Otra espabilada que ha encontrado un espacio para descansar. Lee el periódico tranquilamente pero solo cabe ella en este banco improvisado.
Prosigo mi camino. La plaza Mayor. Un lugar que hace mucho tiempo fue ajardinado pero que hoy proporciona sablazos a tutiplén para todo aquel que sea lo suficientemente inconsciente para sentarse en sus terrazas. El sol sigue pegando con saña sobre los pocos bancos que quedan en el centro. El gazpacho también está cada vez más caliente. Este tampoco es un lugar adecuado por mucho que me guste la plaza. Seguimos.
Toda esta odisea me la podría haber ahorrado trayendo mi propia silla, como han hecho estas mujeres. Ellas deciden dónde se sientan y se dejan de tonterías. Al centro de Madrid se viene preparado como cuando vamos a la playa. ¿A alguien se le ocurre ir al mar sin sombrilla y toalla? Pues eso…
Hay un lugar agradable a 300 metros de la Plaza Mayor que sería perfecto para comer. Desafortunadamente está siendo utilizado como un parking al aire libre. Una oportunidad desperdiciada para crear un espacio público de calidad.
En la plaza de Pontejos, Papá Pitufo ha decidido tomarse un respiro. Se ha cogido el mejor lugar de la plaza. Me preparo para sentarme pero el fuerte olor a meado me echa para atrás. Ya que me he vuelto exigente, voy a buscar un lugar mejor.
Plaza del Carmen (unas horas más tarde). Bufff. Ni un mísero banco.
No, espera. Hay uno. Es de madera y de los antiguos. Por lo menos no es un banco lápida. Mierda, me lo han arrebatado.
Otras chicas espabiladas que aprovechan los bordillos.
Unos tortolitos se acomodan en las escaleras.
¡Mira, un banco! Pero ya que he pasado tanto tiempo buscando el lugar perfecto, decido continuar la aventura.
Puerta del Sol. El kilómetro cero.Una vez más, señor arquitecto, nos hemos rebelado ante ti. Sabemos que no querías que nos sentásemos en este lugar pero te van a dar por saco. Cada día, personas como estas levantan el dedo corazón hacia ti y deciden hacer lo imposible para sentarse. No hay nada que puedas hacer para detenerlos pero tampoco me vale para comer mi bocata.
¡Comprad malditos! Pero no se os ocurra sentaros en un banco porque no hay (insertar risa de malo).
La fuente es algo incómoda pero muchos deciden sentarse en ella ante la falta de alternativas.
Chapó. Estás chicas sí que se lo han currado, lo que pasa es que me resulta poco práctico para comerme el bocata.
Con un hambre que te cagas decido hacer el último intento. ¿Qué tal la plaza de Oriente? Ese espacio público proyectado mucho antes de que un grupo de psicópatas tomasen el control del departamento de urbanismo de Madrid. Reformada por Álvarez de Manzano en 1996, aún conserva la distribución antigua y muchos elementos que nos dejaron nuestros antepasados. Sí, esos de lo que tanto nos mofamos por no tener internet pero que nos daban 30.000 vueltas a la hora de planificar el espacio público.
Primera impresión. ¡Niños! Vida. Arena. Esa sustancia que deja rastro en los mocasines de los políticos pero cuya presencia hace que el espacio sea mucho más agradable. No absorbe el calor y permite a los árboles crecer en libertad.
¡Verde! El que proyectó este lugar es un puto genio. Árboles que te protegen del sol y que te ayudan a respirar. Plantas que ayudan a bajar las temperaturas del lugar.
Bancos y más bancos. Está a reventar.
Recovecos para aquellos que quieran privacidad.
Vistas de las buenas.
¿Jugamos a las cartas?
Aquí sí me voy a comer mi bocata. El gazpacho está ardiendo pero estoy feliz. Lo voy a celebrar con una caña en una de las terrazas de la plaza.
Relacionada: Madrid no es ciudad para bancos
La estación del AVE de Málaga esta dentro de un centro comercial (con sus propios bares y terrazas). Será ese el motivo por el que sólo hay un banco (sin respaldo) en todo el recinto. 🙁
Muy interesante experimento que demuestra el desastre de la privatización del espacio público. Aún así creo que no en todas las plazas tiene que haber bancos y árboles (como por ejemplo en Sol), pero sí en muchas (en todo el resto), y tampoco debería haber terrazas de pago si no hay bancos.
Lo único en que discrepo es que la culpa de que no haya bancos ni lugares donde sentarse no es de los diseñadores sino de la administración que tiene claro que cuanta menos gente se siente sin pagar mejor.
No es que los antiguos arquitectos o urbanistas supieran proyectar y los actuales no saben hacerlo perfectamente. Lo que está hecho sin árboles ni bancos está hecho así a conciencia. Son los políticos los que quieren así las plazas en Madrid. Plazas de suelo duro, sin árboles y diáfanas perfectas para mercadear con ellas. Se alquila el espacio al mejor postor y a hacer caja. !El que quiera árboles que se marche a la Casa de Campo!
Item más a lo indicado por Raúl: el coste de mantenimiento de un espacio urbano “humano”. Quien no se lo crea, que se dé un garbeo por Barcelona y que disfrute en carne propia del concepto de “plaza dura”, en toda su plenitud (si es que sobrevive).
Recomiendo el Jardín Botánico. Los exteriores. Allí se puede uno comer un bocata muy tranquilamente en un lugar muy bonito.
ya no se trata de comer un bocata a un lugar bonito. se trata de poder sentarte a descansar en algún lugar de Madrid sin q te cobren o te tengas que sentar en el suelo. Lo que han dicho unos antes; privatización del espacio público
En resumen… comprate un monopatín tio xD
Con lo que andas para comer un simple bocata al menos acabarías menos cansado y es una comoda silla portatil 😉
Gran artículo, lástima de comentario sobre la lechera (que no es esa ya que ahí no se trasladan detenidos),sus armarios (que son personas, fui parte de ellos.. mido 1,79 y peso 75kgs) y las horas extra que NO se pagan en la policía nacional.
En fin, que aprovechando q pasabas por Pisuerga has convertido un buen artículo en un panfleto digno de la mejor prensa rosa.
Yorokobu, no te reconozco.
Mira en Viena como se lo montan… http://iliquido.blogg.de/2007/03/26/viena/
Justamente ayer hablaba con mi hermano de esto: la privatización del espacio público y el pasar por caja para todo. También han ido desapareciendo las fuentes públicas y los urinarios. Así que si pretendes pasar una tarde en Madrid no te queda más remedio que entrar a un bar y pedirte (mínimo) un agua… Los actuales urbanistas lo hacen genial, digamos que tienen en cuenta otros criterios
Es una veguenza el abandono de los lugares pùblicos en Madrid.Estoy en París y feliz paseando por el Sena,el canal de San Martín o cualquira de sus muchos parques y ves a la gente en grupos,parejas…sentados con sus bocadillos,bebidas,aperitivos…con fuentes y baños por todas partes.Que envidia!Te das cuenta que en España nos tratan como animales y no somos conscientes de la verdadera naturaleza de la desconsideración que nos tienen.Cada vez odio más eso que algunos llaman España y que no es más que un grupo de delincuentes que nos gobiernan.
Al final, has acabado consumiendo XD
😀
En la plaza del Carmen no te lo han arrebatado. Podías compartor banco, pero prefieres uno de esos individuales que se han puesto tan de moda.
Qué nos está pasando?? Acabaremos todos gordos mirando a una pantalla 24h sin mirar al de al lado. Como en Wall-e
Por cómo lo escribes, parece que los arquitectos son los que deciden cómo será la ciudad cuando todos sabemos, y tú también, que son los políticos los que quieren plazas que puedan vender por parcelas a cualquier negocio, ya sea sobre el nivel del suelo o bajo él, y para ello sobran tando los árboles como el mobiliario urbano. El lema es “O circulas o consumes”.
En Europa (y el primer mundo en general) nos dan mil vueltas en la calidad de los parques. Aquí son igual que el resto del país: sucios, áridos, rancios, inútiles.
Muy chulo todo el post pero no entiendo a qué viene el comentario de los policias al principio. Que yo sepa no cobran horas extras y a parte no entiendo qué tendría de malo que las cobraran…
No tiene nada de malo cobrar horas extras. Sencillamente estaba relatando lo que vi. Tres policías discutían acaloradamente sobre sus horas extras.
Pues vaya mierda de post chaval… anda que no hay sitios para comer sentado al aire libre en Madrid si hacer el tonto pelao que pones aquí… pero mola más dárselas de guay y redactar chorradas.
Gracias por el artículo. En la Plaza de Villa de París estamos luchando para que la última plaza de Centro que da uso a los vecinos no se convierta en patio de la Audiencia Nacional, y de paso no acaben con unos cuantos árboles. http://t.co/5OFXzz8Rk3
Me he reido tela leyendo el post! toda la razón! no hay manera de encontrar una plaza para sentarse tranquilamente sin tener que consumir, excepto la plaza de Santo Domingo (auque está un poco guarra siempre).
He visto en comentarios anteriores que Viena es un ejemplo donde hay bancos y asientos en plazas y es totalmente cierto, ya nos gustaría tener este espacio en Madrid, ENZIS http://www.absolutaustria.com/viena-empieza-un-verano-cultural/ (El post es de Absolut Viena)
Me gustaría solo añadir que la culpa de que pasen estas cosas tan horribles en la ciudad no la tienen los arquitectos que diseñan las plazas sino los ayuntamientos que se venden para que tengas que pasar por caja en todos los espacios públicos que quieras disfrutar.
Los arquitectos estamos tratando que esto algún día deje de pasar y podamos volver a tener una ciudad completa.
Las personas mayores lo tienen complicado. Se requieren más lugares donde sentarse, descansar, vivir la ciudad en relación con los demás (sin tener necesariamente que pagar una caña). En la mítica plaza del Callao (Madrid) no hay bancos sino solo 3 sillas individuales fijadas al suelo y grotescamente rodeadas por las sillas de pago de las terrazas.
Una foto: https://jubilares.files.wordpress.com/2014/07/silla-individual-en-callao.jpg
Estoy de acuerdo en que hay mucho que mejorar en los espacios públicos de Madrid. El post relata muy bien lo que sufrimos muchos que echamos de menos más sombra e árboles por la calle, por ejemplo.
Pero encuentro que faltaría añadir para ser del todo justos con Madrid, que es de las ciudades con más parques que hay. Basta con preguntárselo a cualquiera o mirarlo en google maps y se ven cantidad de zonas verdes.
Por otro lado, me parece que estaría bien aclarar que el malo resultado que tenemos no es fruto de ninguna privatización, sino de una *concesión*, que es algo muy diferente. En la concesión el organismo público cede el trabajo a una única empresa privada, por lo que al final sigue siendo el propio organismo público el que opera a través de esa empresa. Para privatizar, habría que diseñar un sistema donde diferentes empresas privadas hubieran competido entre sí por hacer el mejor trabajo, y quien decidiera sobre el resultado, hubiera sido el ciudadano que es el que hace uso de ello. Cuando es el organismo público quien aprueba el trabajo, las motivaciones son muy altas para que lo haga en base a beneficiarse a ellos mismos y a sus amigos.
Es una pena usar un post como este que está tan elaborado, como panfleto político para justificar el control absoluto de los políticos sobre todos los recursos.
Siempre que pensáis en que un político tenga el control total de los recursos, suponéis que es para hacer bien. Por qué no se os pasa por la cabeza que una vez que tenga el control total a el político le va a dar exactamente igual lo que pienses tú.
Un saludo, y que aproveche el bocadillo.
Añadiría que como conclusión, no hay diferencia práctica entre que el trabajo se haga a través de una concesión, o que se haga con trabajadores con contrato a través del ente público. Al final el problema es el mismo porque quienes deciden y tienen el control, son los mismos.
Sin embargo, con la privatización (algo que no existe en este país), se deja que funcionen varias empresas y que compitan por agradar a los ciudadanos, dejando que esas empresas privadas asuman todo el riesgo y que los jueces de su trabajo sean los ciudadanos, no los políticos aplicando sus propios intereses.
Yo apuesto por un modelo donde el riesgo recaiga en la empresa privada y la responsabilidad sea compartida, así hay menos riesgo que si uno apuesta a una sola cosa.
Saludos!
Me ha encantado tu artículo, nunca había leído algo parecido y al mismo tiempo tan bien ilustrado.
Da en qué pensar!
Un saludo y gracias 🙂
Es una autentica verguenza. Me fue de Madrid hace unos años, ya no hay quien aguanta esto.
Con respecto a la proyección de espacios públicos y la colocación de áreas de descanso, simplemente decir que los arquitectos no toman esa clase de decisiones. Son los promotores, en este caso el Ayuntamiento.
Yo creo que si por los arquitectos fuese las ciudades serían muy diferentes, al menos para los que amamos la profesión. Por cierto, buen artículo, has plasmado con un ejemplo sencillo lo que muchos de los que vivimos en Madrid pensamos
Qué lástima que una denuncia tan interesante se convierta en un artículo panfletario, donde se miente, se engaña y en que se obvia sin ir más lejos que a 7 minutos de Sol está Plaza de España donde hay todo el sitio del mundo para sentarse a comer un bocata.
Madrid es una ciudad llena de parques, varios cerca de Sol. Pero qué mal está decirlo.
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