Conduces tu coche y transportas a otros, haces recados a tus vecinos, organizas cenas en tu casa cuando puedes, alquilas una habitaciĂ³n por dĂas. No llevas uniforme ni te han formado en nada, no tienes horarios ni jefes. No dependes de nadie, eres un agente libre.
Primera hora de la mañana: te recomienda que te muestres disponible, hay mucha demanda. Un poco mĂ¡s tarde te ofrece un incentivo econĂ³mico por atraer a nuevos colaboradores a la plataforma: falta personal. A media mañana, el incentivo ya no vale, ya tenemos suficientes, gracias. DespuĂ©s de comer no pasa nada, bajan las tarifas. Sabes que, si no aceptas el encargo, ahora tomarĂ¡ nota. Si persistes, te desconectarĂ¡ durante unas horas: lo peor.
Tu patrĂ³n ya no lleva ni sombrero ni mostacho, ni siquiera fuma puros. Tu patrĂ³n es la aplicaciĂ³n mĂ³vil que rige tu destinos, condiciona tu vida, determina tus tarifas e incentivos. Tu patrĂ³n es un algoritmo.
En el otro extremo, la organizaciĂ³n maternal y nutritiva que te protege y cuida de ti en todas las situaciones de tu vida para que su desempeño no se resienta. Algunas de las empresas en las que los jĂ³venes quisieran trabajar ofrecen a sus empleadas congelar sus Ă³vulos y asĂ posponer la maternidad y poder entregarse plenamente a sus carreras profesionales.
El tiempo sincopado del agente libre, el tiempo continuo de la mujer que congela su maternidad, el tiempo vacĂo del que no encuentra empleo… se imponen al tiempo cĂclico de la naturaleza y la sociedad. El dĂa y la noche, el descanso semanal, los ritos estacionales, la celebraciĂ³n de la cosecha anual.
El tiempo de cada uno se escinde y libera del tiempo comĂºn. En esta ciudad distĂ³pica las luces siempre estĂ¡n encendidas, todo y todos estĂ¡n disponibles a cualquier hora y, si el incentivo es suficiente, entonces el proyecto vital se pospone. En la sociedad del cansancio, cada uno vive positivamente para ser la mejor versiĂ³n de sĂ mismo en una lucha imposible e inĂºtil que aboca en la angustia o la depresiĂ³n.
Frente a esta, el relato de una economĂa, como si las personas importasen, basada en los recursos compartidos, los vĂnculos personales y la confianza comunal. La sociedad colaborativa en la que Albert Cañigueral nos adentra en Vivir mejor con menos nos muestra decenas de oportunidades para mejorar nuestra vida y a la vez mejorar las de los demĂ¡s: ir en un coche particular, dejar que el vecino te ayude, cenar o dormir en casa de locales cuando viajas. Tu patrĂ³n eres tĂº mismo.
Conduces tu coche y transportas a otros, haces recados a tus vecinos, organizas cenas en tu casa cuando puedes, alquilas una habitaciĂ³n por dĂas. No llevas uniforme ni te han formado en nada, no tienes horarios ni jefes. No dependes de nadie, eres un agente libre.
Primera hora de la mañana: te recomienda que te muestres disponible, hay mucha demanda. Un poco mĂ¡s tarde te ofrece un incentivo econĂ³mico por atraer a nuevos colaboradores a la plataforma: falta personal. A media mañana, el incentivo ya no vale, ya tenemos suficientes, gracias. DespuĂ©s de comer no pasa nada, bajan las tarifas. Sabes que, si no aceptas el encargo, ahora tomarĂ¡ nota. Si persistes, te desconectarĂ¡ durante unas horas: lo peor.
Tu patrĂ³n ya no lleva ni sombrero ni mostacho, ni siquiera fuma puros. Tu patrĂ³n es la aplicaciĂ³n mĂ³vil que rige tu destinos, condiciona tu vida, determina tus tarifas e incentivos. Tu patrĂ³n es un algoritmo.
En el otro extremo, la organizaciĂ³n maternal y nutritiva que te protege y cuida de ti en todas las situaciones de tu vida para que su desempeño no se resienta. Algunas de las empresas en las que los jĂ³venes quisieran trabajar ofrecen a sus empleadas congelar sus Ă³vulos y asĂ posponer la maternidad y poder entregarse plenamente a sus carreras profesionales.
El tiempo sincopado del agente libre, el tiempo continuo de la mujer que congela su maternidad, el tiempo vacĂo del que no encuentra empleo… se imponen al tiempo cĂclico de la naturaleza y la sociedad. El dĂa y la noche, el descanso semanal, los ritos estacionales, la celebraciĂ³n de la cosecha anual.
El tiempo de cada uno se escinde y libera del tiempo comĂºn. En esta ciudad distĂ³pica las luces siempre estĂ¡n encendidas, todo y todos estĂ¡n disponibles a cualquier hora y, si el incentivo es suficiente, entonces el proyecto vital se pospone. En la sociedad del cansancio, cada uno vive positivamente para ser la mejor versiĂ³n de sĂ mismo en una lucha imposible e inĂºtil que aboca en la angustia o la depresiĂ³n.
Frente a esta, el relato de una economĂa, como si las personas importasen, basada en los recursos compartidos, los vĂnculos personales y la confianza comunal. La sociedad colaborativa en la que Albert Cañigueral nos adentra en Vivir mejor con menos nos muestra decenas de oportunidades para mejorar nuestra vida y a la vez mejorar las de los demĂ¡s: ir en un coche particular, dejar que el vecino te ayude, cenar o dormir en casa de locales cuando viajas. Tu patrĂ³n eres tĂº mismo.
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