Tu peli lo ha petado si tiene versión porno
”Yorokobu gratis en formato digital!
Sabemos por quĆ© ocurre. Sabemos que hay una conspiración a medio camino entre los Illuminati, el Club Bildeberg, los masones, Enrique de Vicente y las hermanas Kardashian para que esto ocurra asĆ, para que se oculte la verdad.
En algĆŗn momento del pasado āese pasado enterrado en legajos y polvorientos volĆŗmenes, que dirĆa Ćkerā, alguien con poder decidió que el Ć©xito de las pelĆculas se medĆa en la cantidad de dinero recaudada en taquilla y en el palmarĆ©s de premios cosechados. ĀæTenĆa sentido? No, pero tampoco tiene sentido que la tortilla de patata se haga con cebolla y aquĆ andamos con la polĆ©mica.
La verdadera medida de la trascendencia de una pelĆcula no se da en cifras. Depende de una circunstancia concreta e infalible: si tiene versión porno, ha sido un Ć©xito.
El porno ha sido el motor del desarrollo de internet. Y como internet es la herramienta de conocimiento mĆ”s potente de la que goza de la humanidad, cabe entender que algo se le debe al porno. Las pasarelas del pago experimentaron su boom a causa de la insaciable necesidad de los consumidores de contenido erótico de acceder a su inspiración diaria. El streaming de vĆdeo, un tanto de lo mismo.
Podemos inferir que los grandes pioneros tecnológicos de internet pusieron todo su conocimiento para pudiésemos tocarnos a gusto y, por supuesto, para que alguien pudiera sacar tajada de ello. Confiamos en el porno. Creeemos en el porno.
Por eso, si un productor porno decide hacer una versión de una pelĆcula sin follisqueo es porque esa pelĆcula lo tiene.
De esto no hace tanto. En los aƱos 80 y 90, las fĆ”bricas de sueƱos se encontraban en los videoclubs. Esos foros de conocimiento reunĆan todo aquello que un adolescente podĆa desear: pelĆculas de kickboxers, videojuegos, un ecosistema con su propia fauna y todo el porno que llegaba a EspaƱa. Porque, efectivamente, la oscura sección de porno era la mĆ”s rentable del negocio y se compraba cada tĆtulo que ofrecĆan los distribuidores.
Yo trabajaba en un videoclub. TenĆa a mi disposición todas las pelĆculas que deseaba, me pagaban por probar el correcto funcionamiento de los videojuegos y podĆa experimentar situaciones excitantes al alcance de muy pocos como la detección de personas que trataban de robar carĆ”tulas de pelĆculas porno. Personas de mĆ”s de treinta aƱos de edad y con crucifijo al cuello. Claro que todo eso ocurrĆa antes de que existiera internet. No se les puede culpar.
Lo mejor era, sin duda, el aprendizaje. Al contrario que con los videojuegos, no nos dejaban comprobar tambiĆ©n el correcto funcionamiento de los VHS de categorĆa X ya que Ć©ramos menores de edad, pero sĆ trabajĆ”bamos dĆa a dĆa con los tĆtulos guarrindongos. AsĆ es como descubrĆ que las pelĆculas que sĆ podĆamos ver, las que se exhiben en circuitos comerciales, tenĆan su correspondiente versión paralela.
La clasificación es meramente sentimental, claro, pero da una idea de por dónde iban los tiros en este apasionante mundo.
Eduardo Manospenes
Cuesta creerlo, pero hay alguien con mÔs pinta de depravado que Tim Burton y que el Ôlter ego chanante de Tim Burton: el que hizo la versión porno de Eduardo Manostijeras. Paul Norman es esa persona y su sapiencia alcanzaba tal nivel que fue capaz de reflejar la soledad e inadaptación del personaje principal con una sola escena en la que Eduardo trata de cenar con unos amigos.
The Poonies
Era evidente que la mejor pelĆcula de la historia del cine, Los Goonies, tenĆa que tener su versión cochina. El remake es de tan altos vuelos que el elenco protagonista estaba encabezado por Ginger Lynn, a la que se podrĆa definir como la Katherine Hepburn del porno mundial, Amber Lynn, la otra gran Lynn del cine americano y Peter North. Si no sabes quiĆ©nes son, no has tenido adolescencia.
The Poonies no llegó a la sordidez que ha alcanzado la existencia de Corey Feldman, uno de los verdaderos protagonistas de Los Goonies, porque es imposible. Es mucho mĆ”s que la cinta de Richar Donner porque rellena el hueco (no pun intended) argumental del que la versión original carecĆa: las pajas.
Los Goonies, ademĆ”s, contenĆa en su banda sonora una pieza que se convertirĆa en un himno adolescente, la canción de Cindy Lauper Goonies r good enough. The Poonies tambiĆ©n tenĆa su cancionaca.
Los comentarios en YouTube no dejan lugar a dudas acerca de la calidad de la cinta.
«The acting is absolutely top notch!»
Ā«I watched this movie all the way through about 20 years ago. Such talent, such passion, such depth…um…the acting that isĀ».
Pubyss
CorrĆa el aƱo 1989 cuando James Cameron lanzó Abyss. Tras los pelotazos que supusieron Terminator, la pelĆcula basada en la vida de Esperanza Aguirre y Aliens: el Regreso, el otro biopic de Esperanza Aguirre, Cameron se quiso poner profundo. Como no le salĆa, lo que hizo fue llevarse la historia a miles de metros bajo el nivel del mar. Bien jugado, James.
Con lo que no contaba Cameron era que, en asuntos de profundidad, nadie gana a Traci Lords y John Holmes. AsĆ fue cómo Charles de Santos y Duck Dumont consiguieron que un peƱazo de pelĆcula como Abyss tuviera un propósito. Este GIf no tiene nada que ver con la pelĆcula, pero siempre mola ver a Traci Lords repartiendo mamporros.
The Sex Files
Ya estaréis hartos, imagino, de las frases de todo a cien para definir Expediente X. «Una serie acerca de fenómenos misteriosos en la que los personajes protagonistas mantienen cierta tensión sexual no resuelta».
Pues bien, si el porno sirve para algo, es para solucionar. En The Sex Files la tensión sexual se resuelve. Varias veces. En diversas posiciones. Promiscuidad paranormal, como dicen sus créditos iniciales.
Penetrator
A comienzos de los 90, lo que se sentĆa por Terminator se define asĆ: estĆ”bamos putamente flipaos. El tema de venir del futuro para cambiar el presente con una chupa de cuero, una jaca y una recortada era algo irresistible, como es perfectamente asumible.
Llevar el argumento mĆ”s allĆ” estĆ” al alcance de muy pocos. Por eso, si alguien te contaba que habĆa una pelĆcula en la que una inteligencia artificial enviaba a un cyborg a fecundar a Sarah Connor para conseguir que se le quiten las ganas de tener otro hijo que pueda encabezar a una facción de rebeldes, tĆŗ te hacĆas pipĆ encima. Eso era Penetrator. Y salĆa Ron Jeremy.
Sueño húmedo en Elm Street
Que a Freddy Krueger le faltaba un revolcón para rebajar esa mala leche es mÔs obvio que la incomodidad de Mariano Rajoy cuando nada en verano.
Alguien, en algĆŗn despacho de Los Ćngeles, pensó que puestos a que Freddy Krueger se te aparezca en sueƱos, es mejor que te folle a que te mate. AsĆ nació SueƱo hĆŗmedo en Elm Street y asĆ murió toda la poesĆa que rodeaba al personaje de Wes Craven.
Un vendedor de juguetes eróticos es quemado hasta la muerte por la masa enfurecida con su modelo de negocio. Ćl, frustrado y un poquito hasta los cojones de todo, vuelve de la muerte para dar por saco a los hijos āya adultosā de los culpables del ajusticiamiento. Al tipo no se le ocurre otra cosa que inducir a esos jóvenes un coma causado por el placer de los orgasmos. A ver quiĆ©n supera eso.
”Yorokobu gratis en formato digital!
Sabemos por quĆ© ocurre. Sabemos que hay una conspiración a medio camino entre los Illuminati, el Club Bildeberg, los masones, Enrique de Vicente y las hermanas Kardashian para que esto ocurra asĆ, para que se oculte la verdad.
En algĆŗn momento del pasado āese pasado enterrado en legajos y polvorientos volĆŗmenes, que dirĆa Ćkerā, alguien con poder decidió que el Ć©xito de las pelĆculas se medĆa en la cantidad de dinero recaudada en taquilla y en el palmarĆ©s de premios cosechados. ĀæTenĆa sentido? No, pero tampoco tiene sentido que la tortilla de patata se haga con cebolla y aquĆ andamos con la polĆ©mica.
La verdadera medida de la trascendencia de una pelĆcula no se da en cifras. Depende de una circunstancia concreta e infalible: si tiene versión porno, ha sido un Ć©xito.
El porno ha sido el motor del desarrollo de internet. Y como internet es la herramienta de conocimiento mĆ”s potente de la que goza de la humanidad, cabe entender que algo se le debe al porno. Las pasarelas del pago experimentaron su boom a causa de la insaciable necesidad de los consumidores de contenido erótico de acceder a su inspiración diaria. El streaming de vĆdeo, un tanto de lo mismo.
Podemos inferir que los grandes pioneros tecnológicos de internet pusieron todo su conocimiento para pudiésemos tocarnos a gusto y, por supuesto, para que alguien pudiera sacar tajada de ello. Confiamos en el porno. Creeemos en el porno.
Por eso, si un productor porno decide hacer una versión de una pelĆcula sin follisqueo es porque esa pelĆcula lo tiene.
De esto no hace tanto. En los aƱos 80 y 90, las fĆ”bricas de sueƱos se encontraban en los videoclubs. Esos foros de conocimiento reunĆan todo aquello que un adolescente podĆa desear: pelĆculas de kickboxers, videojuegos, un ecosistema con su propia fauna y todo el porno que llegaba a EspaƱa. Porque, efectivamente, la oscura sección de porno era la mĆ”s rentable del negocio y se compraba cada tĆtulo que ofrecĆan los distribuidores.
Yo trabajaba en un videoclub. TenĆa a mi disposición todas las pelĆculas que deseaba, me pagaban por probar el correcto funcionamiento de los videojuegos y podĆa experimentar situaciones excitantes al alcance de muy pocos como la detección de personas que trataban de robar carĆ”tulas de pelĆculas porno. Personas de mĆ”s de treinta aƱos de edad y con crucifijo al cuello. Claro que todo eso ocurrĆa antes de que existiera internet. No se les puede culpar.
Lo mejor era, sin duda, el aprendizaje. Al contrario que con los videojuegos, no nos dejaban comprobar tambiĆ©n el correcto funcionamiento de los VHS de categorĆa X ya que Ć©ramos menores de edad, pero sĆ trabajĆ”bamos dĆa a dĆa con los tĆtulos guarrindongos. AsĆ es como descubrĆ que las pelĆculas que sĆ podĆamos ver, las que se exhiben en circuitos comerciales, tenĆan su correspondiente versión paralela.
La clasificación es meramente sentimental, claro, pero da una idea de por dónde iban los tiros en este apasionante mundo.
Eduardo Manospenes
Cuesta creerlo, pero hay alguien con mÔs pinta de depravado que Tim Burton y que el Ôlter ego chanante de Tim Burton: el que hizo la versión porno de Eduardo Manostijeras. Paul Norman es esa persona y su sapiencia alcanzaba tal nivel que fue capaz de reflejar la soledad e inadaptación del personaje principal con una sola escena en la que Eduardo trata de cenar con unos amigos.
The Poonies
Era evidente que la mejor pelĆcula de la historia del cine, Los Goonies, tenĆa que tener su versión cochina. El remake es de tan altos vuelos que el elenco protagonista estaba encabezado por Ginger Lynn, a la que se podrĆa definir como la Katherine Hepburn del porno mundial, Amber Lynn, la otra gran Lynn del cine americano y Peter North. Si no sabes quiĆ©nes son, no has tenido adolescencia.
The Poonies no llegó a la sordidez que ha alcanzado la existencia de Corey Feldman, uno de los verdaderos protagonistas de Los Goonies, porque es imposible. Es mucho mĆ”s que la cinta de Richar Donner porque rellena el hueco (no pun intended) argumental del que la versión original carecĆa: las pajas.
Los Goonies, ademĆ”s, contenĆa en su banda sonora una pieza que se convertirĆa en un himno adolescente, la canción de Cindy Lauper Goonies r good enough. The Poonies tambiĆ©n tenĆa su cancionaca.
Los comentarios en YouTube no dejan lugar a dudas acerca de la calidad de la cinta.
«The acting is absolutely top notch!»
Ā«I watched this movie all the way through about 20 years ago. Such talent, such passion, such depth…um…the acting that isĀ».
Pubyss
CorrĆa el aƱo 1989 cuando James Cameron lanzó Abyss. Tras los pelotazos que supusieron Terminator, la pelĆcula basada en la vida de Esperanza Aguirre y Aliens: el Regreso, el otro biopic de Esperanza Aguirre, Cameron se quiso poner profundo. Como no le salĆa, lo que hizo fue llevarse la historia a miles de metros bajo el nivel del mar. Bien jugado, James.
Con lo que no contaba Cameron era que, en asuntos de profundidad, nadie gana a Traci Lords y John Holmes. AsĆ fue cómo Charles de Santos y Duck Dumont consiguieron que un peƱazo de pelĆcula como Abyss tuviera un propósito. Este GIf no tiene nada que ver con la pelĆcula, pero siempre mola ver a Traci Lords repartiendo mamporros.
The Sex Files
Ya estaréis hartos, imagino, de las frases de todo a cien para definir Expediente X. «Una serie acerca de fenómenos misteriosos en la que los personajes protagonistas mantienen cierta tensión sexual no resuelta».
Pues bien, si el porno sirve para algo, es para solucionar. En The Sex Files la tensión sexual se resuelve. Varias veces. En diversas posiciones. Promiscuidad paranormal, como dicen sus créditos iniciales.
Penetrator
A comienzos de los 90, lo que se sentĆa por Terminator se define asĆ: estĆ”bamos putamente flipaos. El tema de venir del futuro para cambiar el presente con una chupa de cuero, una jaca y una recortada era algo irresistible, como es perfectamente asumible.
Llevar el argumento mĆ”s allĆ” estĆ” al alcance de muy pocos. Por eso, si alguien te contaba que habĆa una pelĆcula en la que una inteligencia artificial enviaba a un cyborg a fecundar a Sarah Connor para conseguir que se le quiten las ganas de tener otro hijo que pueda encabezar a una facción de rebeldes, tĆŗ te hacĆas pipĆ encima. Eso era Penetrator. Y salĆa Ron Jeremy.
Sueño húmedo en Elm Street
Que a Freddy Krueger le faltaba un revolcón para rebajar esa mala leche es mÔs obvio que la incomodidad de Mariano Rajoy cuando nada en verano.
Alguien, en algĆŗn despacho de Los Ćngeles, pensó que puestos a que Freddy Krueger se te aparezca en sueƱos, es mejor que te folle a que te mate. AsĆ nació SueƱo hĆŗmedo en Elm Street y asĆ murió toda la poesĆa que rodeaba al personaje de Wes Craven.
Un vendedor de juguetes eróticos es quemado hasta la muerte por la masa enfurecida con su modelo de negocio. Ćl, frustrado y un poquito hasta los cojones de todo, vuelve de la muerte para dar por saco a los hijos āya adultosā de los culpables del ajusticiamiento. Al tipo no se le ocurre otra cosa que inducir a esos jóvenes un coma causado por el placer de los orgasmos. A ver quiĆ©n supera eso.
Me encantarĆa poder ver una pelĆcula de Woody Allen en versión porno con Ć©l como protagonista š
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