“Un pie por aquí, otro por allá. El disco dice qué, pero decides tú”, anuncio del juego Enredos, años 80.
Si eres seguidor de la serie ‘Mad Men’ tendrás una idea meridiana de cómo era la sociedad norteamericana de los primeros sesenta, antes de que el tsunami de la liberación sexual y las drogas se llevara todo por delante: mojigata, hipócrita y profundamente machista. En ese contexto la aparición de Twister, un juego que estimulaba el contacto físico fue recibido como un torpedo en la línea de flotación de las buenas costumbres. Los comercios se negaron a vender el juego y el fabricante fue acusado de vender “sexo en una caja”.
La historia de Twister, tal y como está narrada en Mental Floss, es la historia de un producto adelantado a su tiempo. La idea le sobrevino a Reyn Guyer, cuya firma de diseño fue contratada por Johnson & Johnson para crear un cartel promocional para un abrillantador de zapatos. Cuando Guyer acabó su trabajo, pensó que el resultado –una lámina llena de puntos de colores- tenía muchas más posibilidades que las del encargo inicial, tal vez el germen de una revolución sexual.
En un principio Guyer sólo tenía el tablero, el célebre ‘terreno de juego’ de Twister, que por entonces se llamaba Pretzel. Para darle contenido recurrió a un grupo de artistas, que en un épico brainstorming (por decir algo) parieron la idea de Enredo: un pie por aquí, otro por allá, etc. La idea del juego se la vendieron a Milton Bradley, cuyos ejecutivos la vendieron casi de tapadillo porque olían que bajo la apariencia inocente del juego había algo pecaminoso.
De estar de tapadillo en los grandes almacenes, Twister se convirtió en un éxito de ventas cuando los presentadores de ‘Tonight Show’ –chico y chica- se echaron una partidita en el programa, en 1966. Con la avalancha de ventas (3 millones de unidades en un año) llegó también la campaña de difamación: la competencia acusó al fabricante de vender “sexo en una caja” (hoy esa frase sería más un eslogan que una acusación) y Sears, el Wall Mart de entonces, retiró el producto de sus estanterías.
Pero no hay moral que resista al olor del dólar. El fabricante contraatacó a sus acusadores con una campaña publicitaria en la que aparecían familias jugando castamente a Twister. El juego fue nombrado Juguete del Año en 1967 e inició su conquista del mundo. A España no llegó hasta los años 80, ya de la mano de Hasbro (que había comprado a Milton Bradley poco antes), y bajo la marca Enredos, que más tarde se convertiría en Twister, por aquello del marketing planetario.
En España Enredos no causó ningún escándalo, pero sí brindó la ocasión del roce con seres del sexo opuesto a multitud de varones genéticamente descartados de la carrera por la reproducción. Hasbro se hizo de oro con Twister/Enredos, entre otras cosas porque el juego dejaba un margen monumental en sus arcas: 15 euros (22$) por una capa de plástico estampada y un trozo de cartón a modo de marcador pie/mano. Una bicoca, vaya.
45 años después de su invención, Hasbro aún vende Twister, un juego al que supuestamente han jugado 65 millones de personas, muchas de ellas desnudas, en lo que ya es todo un subgénero en Internet: el strip Twister. Ay, si Reyn Guyer levantara el pie izquierdo del círculo verde…
“Un pie por aquí, otro por allá. El disco dice qué, pero decides tú”, anuncio del juego Enredos, años 80.
Si eres seguidor de la serie ‘Mad Men’ tendrás una idea meridiana de cómo era la sociedad norteamericana de los primeros sesenta, antes de que el tsunami de la liberación sexual y las drogas se llevara todo por delante: mojigata, hipócrita y profundamente machista. En ese contexto la aparición de Twister, un juego que estimulaba el contacto físico fue recibido como un torpedo en la línea de flotación de las buenas costumbres. Los comercios se negaron a vender el juego y el fabricante fue acusado de vender “sexo en una caja”.
La historia de Twister, tal y como está narrada en Mental Floss, es la historia de un producto adelantado a su tiempo. La idea le sobrevino a Reyn Guyer, cuya firma de diseño fue contratada por Johnson & Johnson para crear un cartel promocional para un abrillantador de zapatos. Cuando Guyer acabó su trabajo, pensó que el resultado –una lámina llena de puntos de colores- tenía muchas más posibilidades que las del encargo inicial, tal vez el germen de una revolución sexual.
En un principio Guyer sólo tenía el tablero, el célebre ‘terreno de juego’ de Twister, que por entonces se llamaba Pretzel. Para darle contenido recurrió a un grupo de artistas, que en un épico brainstorming (por decir algo) parieron la idea de Enredo: un pie por aquí, otro por allá, etc. La idea del juego se la vendieron a Milton Bradley, cuyos ejecutivos la vendieron casi de tapadillo porque olían que bajo la apariencia inocente del juego había algo pecaminoso.
De estar de tapadillo en los grandes almacenes, Twister se convirtió en un éxito de ventas cuando los presentadores de ‘Tonight Show’ –chico y chica- se echaron una partidita en el programa, en 1966. Con la avalancha de ventas (3 millones de unidades en un año) llegó también la campaña de difamación: la competencia acusó al fabricante de vender “sexo en una caja” (hoy esa frase sería más un eslogan que una acusación) y Sears, el Wall Mart de entonces, retiró el producto de sus estanterías.
Pero no hay moral que resista al olor del dólar. El fabricante contraatacó a sus acusadores con una campaña publicitaria en la que aparecían familias jugando castamente a Twister. El juego fue nombrado Juguete del Año en 1967 e inició su conquista del mundo. A España no llegó hasta los años 80, ya de la mano de Hasbro (que había comprado a Milton Bradley poco antes), y bajo la marca Enredos, que más tarde se convertiría en Twister, por aquello del marketing planetario.
En España Enredos no causó ningún escándalo, pero sí brindó la ocasión del roce con seres del sexo opuesto a multitud de varones genéticamente descartados de la carrera por la reproducción. Hasbro se hizo de oro con Twister/Enredos, entre otras cosas porque el juego dejaba un margen monumental en sus arcas: 15 euros (22$) por una capa de plástico estampada y un trozo de cartón a modo de marcador pie/mano. Una bicoca, vaya.
45 años después de su invención, Hasbro aún vende Twister, un juego al que supuestamente han jugado 65 millones de personas, muchas de ellas desnudas, en lo que ya es todo un subgénero en Internet: el strip Twister. Ay, si Reyn Guyer levantara el pie izquierdo del círculo verde…
Jugar a Twister era jugar a algo con alguna posibilidad de guarrear.
Ahora bien, casi siempre se jugaba con tus amigos o primos o hermanos y, claro, así no.
El target de ese juego estaba equivocado.
Si lo hubiesen enfocado a adolescentes, adultos y matrimonios que ya no tienen chispa; los hubiesen vendido por miles de millones.
Pero, claro, si se supone que es un juego de niños, cuando eras un poquillo más mayor, pasabas del tema por si se pensaban que seguías siendo “un niñito de pañal”.
MB: mal, muy mal.
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lo retwisteo
Strip Twister xD qué gran idea!
Hay muchos distintos tipos de Twister 😉
Me callo: http://www.meneame.net/story/twister-juego-escandalizo-america-bienpensante
lo comparto en @pabloysutwister
Jugar a Twister era jugar a algo con alguna posibilidad de guarrear.
Ahora bien, casi siempre se jugaba con tus amigos o primos o hermanos y, claro, así no.
El target de ese juego estaba equivocado.
Si lo hubiesen enfocado a adolescentes, adultos y matrimonios que ya no tienen chispa; los hubiesen vendido por miles de millones.
Pero, claro, si se supone que es un juego de niños, cuando eras un poquillo más mayor, pasabas del tema por si se pensaban que seguías siendo “un niñito de pañal”.
MB: mal, muy mal.
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