28 de julio 2014    /   ENTRETENIMIENTO
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Uber amenaza la soberanĂ­a de las ciudades, segĂșn Bruce Sterling

28 de julio 2014    /   ENTRETENIMIENTO     por          
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La batalla entre Uber y el gremio del taxi sigue al rojo vivo. Cada bando lucha por su terreno dejando percepciones muy distintas por el camino. Los primeros se venden como antisistemas que trabajan por el bien del ‘consumidor’. Beben del solucionismo de Silicon Valley presentĂĄndose como heroicos agentes del cambio que han llegado para arreglar modelos de negocio obsoletos. Su CEO Travis Kalanick declara la guerra abiertamente a la ‘anticuada e ineficiente’ industria del taxi regulado. El mensaje de este combativo admirador de Ayn Rand (la escritora de cabecera de los neoliberales estadounidenses) cala entre muchos usuarios y medios que ven cualquier intento de paralizarlo como un acto de poner puertas al campo y limitar la innovaciĂłn y la libertad de elecciĂłn. Todo esto sin olvidar que generalmente su servicio funciona bastante bien en Estados Unidos.
El taxi, en cambio, recurre a la huelga y la paralización de actos donde esté presente cualquier representante de la plataforma. Para los trabajadores del taxi, Uber son piratas, el napster de su industria creado para despojarles de algo que legalmente les pertenece a través de la concesión de licencias. Sus trabajadores se movilizan en todo el mundo para paralizar un servicio que ven como una gran amenaza.
Inversores y empresarios como Marc Vidal son contundentes a la hora de valorar los ataques que perpetraron miembros del taxi en Barcelona a una conferencia de startups en el que participaba Uber.


Pero ¿y si no estamos hablando de las verdaderas implicaciones de esta lucha? Para Bruce Sterling el enfrentamiento es mucho mås que una batalla entre el nuevo y el antiguo mundo. En su opinión, es un símbolo mås de la perdida de soberanía de las ciudades frente a grandes proyectos tecnológicos que buscan monopolizarlo todo como Airbnb, Uber y el entramado de las Smart Cities.
«¿Cuåles son las implicaciones de haber delegado el control político de tus calles a una compañía de Silicon Valley valorada en 17.000 millones de dólares?», es lo que se preguntaba el escritor en una charla que dio a principios de julio en el FAB10 de Barcelona (descubierta en Shareable). El estadounidense aprovechó la ocasión para reflexionar sobre un montón de grises que no estån siendo discutidos en el debate sobre Uber.
https://www.youtube.com/watch?v=OYNaoMkY8qY
No hay duda de que la compañía lucha contra el sistema establecido, pero ¿el sistema que quiere implantar en su lugar es el que realmente queremos? ¿Remplazar un modelo quizå mejorable por otro que concentra enormes cantidades de poder en una entidad que responde a inversores en países lejanos es la solución? Son todos los interrogantes que Sterling pone sobre la mesa.
Si tomamos las actuaciones pasadas de la compañía, es posible determinar que la expansiĂłn de Uber no es tan bonita como ellos lo quieren vender. La compañía capitaneada por Kalanick utiliza un sistema de surge pricing que hace que los precios de su servicio fluctĂșen en picos de demanda de forma similar a la compra de un billete de aviĂłn.

1uber
(360b / Shutterstock.com)

Hay casos en los que un neoyorquino ha llegado a pagar 219 dólares por un viaje de 11 kilómetros, aunque la empresa defiende que el comprador sabe el precio que va a pagar antes de subirse al coche.
Durante los días posteriores al huracån Sandy, Uber elevó sus tarifas aprovechando la situación. Ante la polémica generada por estas pråcticas la compañía anunció recientemente un acuerdo con las autoridades neoyorquinas para limitar el precio de sus servicios durante los desastres naturales.
Los defensores de estas prĂĄctica dicen que Uber no es un servicio pĂșblico. Es un commodity que complementa el taxi. La subida de precio permite que muchos coches estĂ©n en la calle durante periodos de alta demanda en los que los taxis tradicionales estĂĄn saturados. Las ganancias altas durante estos periodos son un incentivo para que haya mĂĄs vehĂ­culos trabajando durante estos momentos de escasez. SegĂșn ellos, Uber no estĂĄ dejando a un gremio sin trabajo, estĂĄ creando un segmento nuevo y por el camino generando nuevos empleos.
Para Glenn Fleishman, el peligro estå en el poder que puede llegar a acumular la compañía. Al erigirse como intermediario entre el taxi y el cliente, tiene la capacidad de controlar todo el proceso de transacciones. Ahora mismo en muchas ciudades estadounidenses, su servicio UberX estå logrando ofrecer tarifas un 30% mås baratas que la competencia. En el caso de que desapareciesen los taxis tradicionales, Fleishman duda que la compañía mantenga estos precios. La tentación para subirlos es demasiado grande y acabaría con un monopolio similar al que tiene Amazon en la venta de libros online. Los valedores de la app afirman que estos argumentos no tienen en cuenta el hecho de que Uber tiene competencia, entre ellos Lyft.
1taxi
Huelga de Taxis en Londres contra Uber (paula french / Shutterstock.com)

Para Sterling, no se trata solo de Uber. Critica toda la cabal de empresas gigantes tecnolĂłgicas salivando ante las oportunidades de las smart cities y la economĂ­a colaborativa. Venden un progreso que segĂșn el escritor «son commodities para explotadores que viven en otros lugares. Soy una ciudad inteligente, pero mi cerebro estĂĄ siendo gestionado por californianos. ÂżCrees que los californianos aceptarĂ­an que su cerebros fuesen controlados desde Barcelona? No nos estĂĄn preguntando si queremos ser smart».
En opinión de Neal Gorenflo, de Shareable, la filosofía de empresas como Uber responde a una mentalidad del siglo XX por mucho que quieran beneficiarse del apelativo de la economía colaborativa. «El futuro pertenece a las empresas que distribuyen el control y la riqueza en lugar de concentrarla, eso no es un sueño utópico. Es una necesidad pråctica para llevar a atraer clientes y mantenerlo en un coste marginal zero», dice.
Gorenflo se refiere a la teorĂ­a de Jeremy Rifkin en la que el planeta serĂĄ regido cada vez mĂĄs por el commons. «En un mundo donde la mayor parte de bienes y servicios son gratuitos, las ganancias desaparecen, la propieded deja de tener sentido y el mercado es superfluo. ÂżQuĂ© pasa entonces?», segĂșn el sociĂłlogo estadounidense.
«El commons social estĂĄ motivado por intereses colaborativos y empujados por un deseo profundo de conectar con otros y compartir. Si el primero defiende derecho de propiedad privada y la bĂșsqueda de la autonomĂ­a, el Ășltimo promociona la innovaciĂłn open source, la transparencia y la bĂșsqueda de la comunidad».
Aunque las palabras de Rifkin puedan parecer algo exageradas (se produjeron en un artículo que promociona su libro Marginal Cost Zero, que habla precisamente de este tema) mås adelante matiza sus palabras.
«Aunque el mercado capitalista no desaparecerå, no tendrå la exclusividad para marcar la agenda de la civilización. Seguirå habiendo servicios y bienes cuyo coste marginal serå lo suficientemente alto para ser intercambiados en mercados y con suficientes ganancias para garantizar un retorno a la inversión. Pero en un mundo donde cada vez hay mås cosas que son casi gratis y compartibles, el capital social tendrå un papel mucho mås importante que el capital financiero y la vida económica acabarå desarrollåndose mås en el commons colaborativo».
Para Sterling «esto acaba de empezar. Serån dos o tres años de política intensa». El escritor hace un llamamiento a no caer en el dolce far niente. En ser activos y buscar alternativas si no queremos ceder mås soberanía de la que ya hemos cedido. Mientras, Uber sigue peleando fuerte para tomar las ciudades utilizando una måxima muy estadounidense: no autolimitarse y dejar que la regulación venga mås adelante. Dejar que el mercado decida por sí solo. Por el momento, muchos usuarios estån votando con su dinero a favor de la app. Esta historia promete seguir siendo muy interesante.

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La batalla entre Uber y el gremio del taxi sigue al rojo vivo. Cada bando lucha por su terreno dejando percepciones muy distintas por el camino. Los primeros se venden como antisistemas que trabajan por el bien del ‘consumidor’. Beben del solucionismo de Silicon Valley presentĂĄndose como heroicos agentes del cambio que han llegado para arreglar modelos de negocio obsoletos. Su CEO Travis Kalanick declara la guerra abiertamente a la ‘anticuada e ineficiente’ industria del taxi regulado. El mensaje de este combativo admirador de Ayn Rand (la escritora de cabecera de los neoliberales estadounidenses) cala entre muchos usuarios y medios que ven cualquier intento de paralizarlo como un acto de poner puertas al campo y limitar la innovaciĂłn y la libertad de elecciĂłn. Todo esto sin olvidar que generalmente su servicio funciona bastante bien en Estados Unidos.
El taxi, en cambio, recurre a la huelga y la paralización de actos donde esté presente cualquier representante de la plataforma. Para los trabajadores del taxi, Uber son piratas, el napster de su industria creado para despojarles de algo que legalmente les pertenece a través de la concesión de licencias. Sus trabajadores se movilizan en todo el mundo para paralizar un servicio que ven como una gran amenaza.
Inversores y empresarios como Marc Vidal son contundentes a la hora de valorar los ataques que perpetraron miembros del taxi en Barcelona a una conferencia de startups en el que participaba Uber.


Pero ¿y si no estamos hablando de las verdaderas implicaciones de esta lucha? Para Bruce Sterling el enfrentamiento es mucho mås que una batalla entre el nuevo y el antiguo mundo. En su opinión, es un símbolo mås de la perdida de soberanía de las ciudades frente a grandes proyectos tecnológicos que buscan monopolizarlo todo como Airbnb, Uber y el entramado de las Smart Cities.
«¿Cuåles son las implicaciones de haber delegado el control político de tus calles a una compañía de Silicon Valley valorada en 17.000 millones de dólares?», es lo que se preguntaba el escritor en una charla que dio a principios de julio en el FAB10 de Barcelona (descubierta en Shareable). El estadounidense aprovechó la ocasión para reflexionar sobre un montón de grises que no estån siendo discutidos en el debate sobre Uber.
https://www.youtube.com/watch?v=OYNaoMkY8qY
No hay duda de que la compañía lucha contra el sistema establecido, pero ¿el sistema que quiere implantar en su lugar es el que realmente queremos? ¿Remplazar un modelo quizå mejorable por otro que concentra enormes cantidades de poder en una entidad que responde a inversores en países lejanos es la solución? Son todos los interrogantes que Sterling pone sobre la mesa.
Si tomamos las actuaciones pasadas de la compañía, es posible determinar que la expansiĂłn de Uber no es tan bonita como ellos lo quieren vender. La compañía capitaneada por Kalanick utiliza un sistema de surge pricing que hace que los precios de su servicio fluctĂșen en picos de demanda de forma similar a la compra de un billete de aviĂłn.

1uber
(360b / Shutterstock.com)

Hay casos en los que un neoyorquino ha llegado a pagar 219 dólares por un viaje de 11 kilómetros, aunque la empresa defiende que el comprador sabe el precio que va a pagar antes de subirse al coche.
Durante los días posteriores al huracån Sandy, Uber elevó sus tarifas aprovechando la situación. Ante la polémica generada por estas pråcticas la compañía anunció recientemente un acuerdo con las autoridades neoyorquinas para limitar el precio de sus servicios durante los desastres naturales.
Los defensores de estas prĂĄctica dicen que Uber no es un servicio pĂșblico. Es un commodity que complementa el taxi. La subida de precio permite que muchos coches estĂ©n en la calle durante periodos de alta demanda en los que los taxis tradicionales estĂĄn saturados. Las ganancias altas durante estos periodos son un incentivo para que haya mĂĄs vehĂ­culos trabajando durante estos momentos de escasez. SegĂșn ellos, Uber no estĂĄ dejando a un gremio sin trabajo, estĂĄ creando un segmento nuevo y por el camino generando nuevos empleos.
Para Glenn Fleishman, el peligro estå en el poder que puede llegar a acumular la compañía. Al erigirse como intermediario entre el taxi y el cliente, tiene la capacidad de controlar todo el proceso de transacciones. Ahora mismo en muchas ciudades estadounidenses, su servicio UberX estå logrando ofrecer tarifas un 30% mås baratas que la competencia. En el caso de que desapareciesen los taxis tradicionales, Fleishman duda que la compañía mantenga estos precios. La tentación para subirlos es demasiado grande y acabaría con un monopolio similar al que tiene Amazon en la venta de libros online. Los valedores de la app afirman que estos argumentos no tienen en cuenta el hecho de que Uber tiene competencia, entre ellos Lyft.
1taxi
Huelga de Taxis en Londres contra Uber (paula french / Shutterstock.com)

Para Sterling, no se trata solo de Uber. Critica toda la cabal de empresas gigantes tecnolĂłgicas salivando ante las oportunidades de las smart cities y la economĂ­a colaborativa. Venden un progreso que segĂșn el escritor «son commodities para explotadores que viven en otros lugares. Soy una ciudad inteligente, pero mi cerebro estĂĄ siendo gestionado por californianos. ÂżCrees que los californianos aceptarĂ­an que su cerebros fuesen controlados desde Barcelona? No nos estĂĄn preguntando si queremos ser smart».
En opinión de Neal Gorenflo, de Shareable, la filosofía de empresas como Uber responde a una mentalidad del siglo XX por mucho que quieran beneficiarse del apelativo de la economía colaborativa. «El futuro pertenece a las empresas que distribuyen el control y la riqueza en lugar de concentrarla, eso no es un sueño utópico. Es una necesidad pråctica para llevar a atraer clientes y mantenerlo en un coste marginal zero», dice.
Gorenflo se refiere a la teorĂ­a de Jeremy Rifkin en la que el planeta serĂĄ regido cada vez mĂĄs por el commons. «En un mundo donde la mayor parte de bienes y servicios son gratuitos, las ganancias desaparecen, la propieded deja de tener sentido y el mercado es superfluo. ÂżQuĂ© pasa entonces?», segĂșn el sociĂłlogo estadounidense.
«El commons social estĂĄ motivado por intereses colaborativos y empujados por un deseo profundo de conectar con otros y compartir. Si el primero defiende derecho de propiedad privada y la bĂșsqueda de la autonomĂ­a, el Ășltimo promociona la innovaciĂłn open source, la transparencia y la bĂșsqueda de la comunidad».
Aunque las palabras de Rifkin puedan parecer algo exageradas (se produjeron en un artículo que promociona su libro Marginal Cost Zero, que habla precisamente de este tema) mås adelante matiza sus palabras.
«Aunque el mercado capitalista no desaparecerå, no tendrå la exclusividad para marcar la agenda de la civilización. Seguirå habiendo servicios y bienes cuyo coste marginal serå lo suficientemente alto para ser intercambiados en mercados y con suficientes ganancias para garantizar un retorno a la inversión. Pero en un mundo donde cada vez hay mås cosas que son casi gratis y compartibles, el capital social tendrå un papel mucho mås importante que el capital financiero y la vida económica acabarå desarrollåndose mås en el commons colaborativo».
Para Sterling «esto acaba de empezar. Serån dos o tres años de política intensa». El escritor hace un llamamiento a no caer en el dolce far niente. En ser activos y buscar alternativas si no queremos ceder mås soberanía de la que ya hemos cedido. Mientras, Uber sigue peleando fuerte para tomar las ciudades utilizando una måxima muy estadounidense: no autolimitarse y dejar que la regulación venga mås adelante. Dejar que el mercado decida por sí solo. Por el momento, muchos usuarios estån votando con su dinero a favor de la app. Esta historia promete seguir siendo muy interesante.

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Opiniones 7
  • ÂĄHola!
    Me encanta el artĂ­culo. Genial, de veras. Pero he visto una errata el el tercer pĂĄrrafo empezando por el final: “producieron” en vez de “produjeron”.
    ÂĄUn saludo!

  • boa tarde Uber,
    eu ajo que alguem clonou o meu telefone, baixei o aplicativo e nĂŁo concigo usar !
    por favor me ajudem !!!

  • Comentarios cerrados.