Vivimos un siglo en que las empresas pasean por la lengua como Pedro por su casa. Es tal su poder que se hacen verbo: guglear, wasapear, uberizar… Amas y señoras en el mercado y hasta en la forma de describir el mundo.
En cada golpe de voz aumenta su poder. Al entrar en el lenguaje, acaban siendo parte de un tiempo, de una cultura, de un modo de actuar.
Pocas veces se piensa en la responsabilidad del neologismo. Pero eso existe. Lo explicó Jean-Paul Sartre en una conferencia sobre la responsabilidad del escritor: al nombrar un objeto, lo cambiamos; al hablar de una situación, la modificamos. De ahà se podrÃa deducir que hacer de una marca comercial un verbo la consagra, la eterniza.
Hace diez años Uber echó a rodar sus tres primeros coches en Nueva York. Hoy opera en más de 600 ciudades y está valorada en 54.000 millones de dólares. A esa cifra hay que añadir el poder que le da estar en boca de otros tantos millones de hablantes.
Y añadió: «Hay en La cartuja de Parma un pasaje muy hermoso y significativo sobre el sentimiento indefinible que une a la duquesa Sanseverina y a Fabricio, y que inquieta mucho al conde Mosca. Este, viendo alejarse el coche que los lleva, exclama:
—Si entre ellos llega a pronunciarse la palabra amor, estoy perdido.
Esto quiere decir que, una vez que la cosa se nombra, está hecha. Basta el nombre».
Vivimos un siglo en que las empresas pasean por la lengua como Pedro por su casa. Es tal su poder que se hacen verbo: guglear, wasapear, uberizar… Amas y señoras en el mercado y hasta en la forma de describir el mundo.
En cada golpe de voz aumenta su poder. Al entrar en el lenguaje, acaban siendo parte de un tiempo, de una cultura, de un modo de actuar.
Pocas veces se piensa en la responsabilidad del neologismo. Pero eso existe. Lo explicó Jean-Paul Sartre en una conferencia sobre la responsabilidad del escritor: al nombrar un objeto, lo cambiamos; al hablar de una situación, la modificamos. De ahà se podrÃa deducir que hacer de una marca comercial un verbo la consagra, la eterniza.
Hace diez años Uber echó a rodar sus tres primeros coches en Nueva York. Hoy opera en más de 600 ciudades y está valorada en 54.000 millones de dólares. A esa cifra hay que añadir el poder que le da estar en boca de otros tantos millones de hablantes.
Y añadió: «Hay en La cartuja de Parma un pasaje muy hermoso y significativo sobre el sentimiento indefinible que une a la duquesa Sanseverina y a Fabricio, y que inquieta mucho al conde Mosca. Este, viendo alejarse el coche que los lleva, exclama:
—Si entre ellos llega a pronunciarse la palabra amor, estoy perdido.
Esto quiere decir que, una vez que la cosa se nombra, está hecha. Basta el nombre».