10 de octubre 2013    /   ENTRETENIMIENTO
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Una asociación cultural se cuela en los Grammy latinos

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En una industria musical donde la palabra ‘mainstream’ copa la primera plana parece difĆ­cil que haya hueco para un proyecto como Ć©ste. Por resumir: una orquesta constituida como organización sin Ć”nimo de lucro, que toca mĆŗsica clĆ”sica, que lanza un disco que no tenĆ­a productor el dĆ­a antes de ser grabado y que subsiste en parte gracias al patrocinio del Estado venezolano. Pero sĆ­, entre los presumibles protagonistas de la gala -supongamos una Shakira, un Alejandro Sanz, un PitBull- se ha colado Latin American Classics, grabado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela, nada menos.

La nominación ha supuesto una sorpresa para el grupo, segĆŗn cuenta Justo Morao, productor del trabajo y quien presentó la candidatura. Cuenta que cuando lo hizo tenĆ­a “la mente en neutro, sin pensar en lo que pasarĆ­a. Y fĆ­jate el resultado…”. Su participación tambiĆ©n fue poco menos que casual. “Un dĆ­a antes de la grabación se dieron cuenta de que no tenĆ­an productor musical que dirigiera la parte tĆ©cnica junto al ingeniero de sonido, es decir, el vĆ­nculo entre lo tĆ©cnico y lo musical. Y de repente sonó mi telĆ©fono y me dijo el presidente de la orquesta: ‘ĀæquĆ© vas a hacer maƱana por la maƱana?’ ”

El salto a los arreglos fue sĆŗbito e intenso. “Inmediatamente me entregaron las partituras del director para estudiĆ”rmelas en una noche y saber mĆ”s o menos cuĆ”l era el repertorio para poder seguirlo durante las sesiones”, cuenta Morao. “Pasamos dos semanas grabando y luego de que estuviera listo me tocó el trabajo de edición y, junto a Rafael Rondón, la mezcla”. De ahĆ­, a la publicación y la nominación.

En realidad esta no es ni mucho menos la primera orquesta nominada para un Grammy, ya que otras de otros países lo han conseguido, pero nunca antes en Venezuela ni un proyecto así, como institución cultural. De hecho, la orquesta sinfónica venezolana es la agrupación musical de este tipo mÔs antigua de Latinoamérica, fundada en 1930 cuando todavía el país era enteramente rural. En aquel entonces apenas 26 personas apadrinaron e impulsaron el proyecto, los únicos maestros musicales de todo el país.

De entonces hasta ahora, cuando de la mano de su actual director, Theodore Kuchar, consiguieron un acuerdo con la discogrƔfica europea Brilliant Classics, y se lanzaron a intentar conquistar un Grammy. Y eso a pesar de no tener fondos siquiera para costear el viaje hasta Las Vegas, donde el 21 de noviembre se decidirƔ quiƩn gana.

ĀæDónde estĆ” el truco del proyecto, entonces? AdemĆ”s del talento de los intĆ©rpretes, en el trabajo de postproducción. Morao, que es politólogo y profesor de publicidad electoral, pianista y compositor, decidió probar nuevas cosas: lo hizo combinando grabación directa de instrumentos separĆ”ndolos del resto con paneles con grabación perifĆ©rica en vivo. El resultado, segĆŗn sus palabras, es el de “una sonoridad cinematogrĆ”fica, con un color muy latinoamericano muy vinculado a una Ć©poca de oro de nuestra mĆŗsica formal”.

Compiten con otros cuatro Ɣlbumes, que suenan asƭ

Presente, del grupo Bajofondo (Masterworks)

Dos mundos 2, HuƔscar Barradas & Leopoldo Betancourt (HB Records)

TrĆ­o, Hamilton de Holanda (Brasilianos)

Dances from the new world, Paquito D’Rivera y Sergio & Odair Assad (GHA Records)

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En una industria musical donde la palabra ‘mainstream’ copa la primera plana parece difĆ­cil que haya hueco para un proyecto como Ć©ste. Por resumir: una orquesta constituida como organización sin Ć”nimo de lucro, que toca mĆŗsica clĆ”sica, que lanza un disco que no tenĆ­a productor el dĆ­a antes de ser grabado y que subsiste en parte gracias al patrocinio del Estado venezolano. Pero sĆ­, entre los presumibles protagonistas de la gala -supongamos una Shakira, un Alejandro Sanz, un PitBull- se ha colado Latin American Classics, grabado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela, nada menos.

La nominación ha supuesto una sorpresa para el grupo, segĆŗn cuenta Justo Morao, productor del trabajo y quien presentó la candidatura. Cuenta que cuando lo hizo tenĆ­a “la mente en neutro, sin pensar en lo que pasarĆ­a. Y fĆ­jate el resultado…”. Su participación tambiĆ©n fue poco menos que casual. “Un dĆ­a antes de la grabación se dieron cuenta de que no tenĆ­an productor musical que dirigiera la parte tĆ©cnica junto al ingeniero de sonido, es decir, el vĆ­nculo entre lo tĆ©cnico y lo musical. Y de repente sonó mi telĆ©fono y me dijo el presidente de la orquesta: ‘ĀæquĆ© vas a hacer maƱana por la maƱana?’ ”

El salto a los arreglos fue sĆŗbito e intenso. “Inmediatamente me entregaron las partituras del director para estudiĆ”rmelas en una noche y saber mĆ”s o menos cuĆ”l era el repertorio para poder seguirlo durante las sesiones”, cuenta Morao. “Pasamos dos semanas grabando y luego de que estuviera listo me tocó el trabajo de edición y, junto a Rafael Rondón, la mezcla”. De ahĆ­, a la publicación y la nominación.

En realidad esta no es ni mucho menos la primera orquesta nominada para un Grammy, ya que otras de otros países lo han conseguido, pero nunca antes en Venezuela ni un proyecto así, como institución cultural. De hecho, la orquesta sinfónica venezolana es la agrupación musical de este tipo mÔs antigua de Latinoamérica, fundada en 1930 cuando todavía el país era enteramente rural. En aquel entonces apenas 26 personas apadrinaron e impulsaron el proyecto, los únicos maestros musicales de todo el país.

De entonces hasta ahora, cuando de la mano de su actual director, Theodore Kuchar, consiguieron un acuerdo con la discogrƔfica europea Brilliant Classics, y se lanzaron a intentar conquistar un Grammy. Y eso a pesar de no tener fondos siquiera para costear el viaje hasta Las Vegas, donde el 21 de noviembre se decidirƔ quiƩn gana.

ĀæDónde estĆ” el truco del proyecto, entonces? AdemĆ”s del talento de los intĆ©rpretes, en el trabajo de postproducción. Morao, que es politólogo y profesor de publicidad electoral, pianista y compositor, decidió probar nuevas cosas: lo hizo combinando grabación directa de instrumentos separĆ”ndolos del resto con paneles con grabación perifĆ©rica en vivo. El resultado, segĆŗn sus palabras, es el de “una sonoridad cinematogrĆ”fica, con un color muy latinoamericano muy vinculado a una Ć©poca de oro de nuestra mĆŗsica formal”.

Compiten con otros cuatro Ɣlbumes, que suenan asƭ

Presente, del grupo Bajofondo (Masterworks)

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