5 de junio 2015    /   CREATIVIDAD
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El reto de anunciar Ăștiles de afeitado y molar sin pasarse

5 de junio 2015    /   CREATIVIDAD     por          
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La publicidad es algo complicado. Su meta no es directamente vender, sino muchas veces generar necesidades. Mejor dicho, hacerte creer que necesitas un producto en concreto, aunque no lo necesites. En esa frase caben un buen montón de matices que seguro que algunos publicitarios enfurecidos harån en los comentarios o, incluso, en comunicaciones privadas con el que suscribe, pero para entenderlo lo contaremos así.
Lo que pasa es que hay productos y productos, y cada uno requiere un tipo de mensaje. Hay productos mĂĄs necesarios que otros, porque convendrĂĄs conmigo que la comida es mĂĄs necesaria que un mĂłvil, pero hete aquĂ­ que en esta parte del planeta somos tan raros que deseamos mĂĄs un telĂ©fono mĂłvil que un plato de comida… entre otras cosas porque ambos nos sobran.
Hay productos, por tanto, que necesitan anunciarse de una forma y productos que necesitan anunciarse de otra (incluso productos que no necesitan anunciarse y hacen lo que hacen, pero de Coca-Cola ya hablamos otro dĂ­a). He aquĂ­ el reto: cĂłmo anunciar un producto de higiene bĂĄsica y hacerlo de forma atractiva.
Quizå el primer ejemplo que te venga a la cabeza, si es que has obviado lo de «de forma atractiva», sean las compresas y derivados: pocos productos mås necesarios en la higiene femenina, y peor tratados en términos publicitarios. Pensemos, pues, en algo menos imprescindible en términos sociales, al menos ahora que el vello es bello y las barbas son guays. Exacto, las maquinillas de afeitar.
A priori es complicado anunciar algo que no es estético, ni mola especialmente, ni puedes presumir de tener, ni nada de nada. Aquí el producto no es el producto, sino el resultado y el camino hacia este: no solo tener un afeitado apurado y sencillo, sino que la piel no se irrite, que sea cómodo y otras tantas zarandajas. Pongåmosle al producto algo de aderezo social de la época, por aquello de que no haya un solo rincón del cuerpo sin vello y, ya de paso, mezclemos el producto con otros productos mainstream.
AllĂĄ vamos.
Lo primero, el elemento de seducciĂłn. Si el producto a anunciar no es el producto, sino la consecuencia, aquĂ­ la idea es la belleza, algo que se ve hasta en los anuncios relativos al afeitado de hace dĂ©cadas. Dos ejemplos: uno de los ’60 (mujer hermosa con acento extranjero anuncia una espuma de afeitado sin enseñarse nada) y otro de los ’70 (mujer hermosa con acento extranjero, voz sugerente, conato de streaptease y hombre seductor como muestra). En ambos, de alguna forma, el humor.
https://www.youtube.com/watch?v=tqY4vrgnZdk&authuser=0
https://www.youtube.com/watch?v=VmBlDmcvsqU
A bote pronto, hay pues dos recursos: la sexualidad (mås o menos encubierta) y el humor. Y aquí somos mås del humor, para qué negarlo.
De hecho, tiene un enorme filón comercial, y si no que se lo digan a los padres de Dollar Shave Club, una peculiar iniciativa que envía cuchillas de afeitar a domicilio por un dólar y con la suscripción como modelo económico. La nota predominante es la idea de que su producto es muy barato, pero también el humor. Dos ejemplos: la cita que engalana sus envíos («Me gusta afeitarme con una maquinilla aburrida», atribuida a «Nadie, jamås»), y su mås exitoso anuncio.
En él sale uno de los socios fundadores de la compañía diciendo que sus cuchillas son «jodidamente buenas», que para qué vas a pagar 20 dólares por una cuchilla que anuncia un tenista que se lleva 19 de ellos y que su proyecto mola porque, ademås de vender baratas buenas cuchillas, genera empleo. Para demostrarlo sale con Alejandro, un empleado de almacén al que pregunta qué hacía un mes atrås, a lo que él contesta «no trabajar». Después le pregunta qué hace ahora, y él le responde «trabajar». Elocuente y sencillo.

¿Te parece tonta la cosa? El vídeo, lanzado en 2012, se viralizó y llegó a tumbar la web de la empresa por el tråfico generado: en dos días sirvieron 12.000 pedidos, y ahora presumen de llegar a casi 25 millones de cuchillas al año.
No siempre es fĂĄcil viralizar anuncios, aunque es lo que todos persiguen. Una forma mĂĄs sencilla de hacerlo es lanzar acciones comerciales conjuntas, y en EEUU tiran mucho de los estrenos de blockbusters que vayan a ser mainstream (traducido al castellano, pelĂ­culas palomiteras y taquilleras). AquĂ­ dos ejemplos, el primero, de coña (una lĂ­nea de maquinillas con los superpoderes de Los Vengadores); y la segunda, de veras —aunque parezca de coña.
https://www.youtube.com/watch?v=cbbiP7MCwME#t=16
https://www.youtube.com/watch?v=8jvLSvaH8hs
Y llegamos al punto mĂĄs complicado de todos: ÂżcĂłmo hablar de higiene Ă­ntima, entrando en el terreno sexual, en un anuncio? Hay muchas formas, pero dos clĂĄsicas: de nuevo el sexo (cuerpos bonitos, imĂĄgenes sugerentes y puestas en pantalla que te dan mĂĄs ganas de comprar al modelo o la modelo que al producto en sĂ­), o el humor. E insistimos, somos mĂĄs del humor.
Aquí hay, de nuevo, dos ejemplos: uno un poco mås burdo que el otro, aunque no sé cuål es cuål. Uno es de mujeres podando un arbusto (literalmente) y otro de un hombre depilåndose sus partes íntimas hablando de cosas tan prosaicas como «podarse el bosque», «las joyas de la corona», «el måstil», «las rocas del bosque», o ideas fuerza como «sin la maleza el årbol parece mås grande» y «otro påjaro que vuela libre».
https://www.youtube.com/watch?v=KiHpibGYrew

Ahora que ya se nos va la cosa de las manos, lo dejamos aquĂ­. Otro dĂ­a hablamos de mĂĄs productos Ă­ntimos y cĂłmo anunciarlos, con el ejemplo de Old Spice. O bueno, mejor no

 

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Lo que pasa es que hay productos y productos, y cada uno requiere un tipo de mensaje. Hay productos mĂĄs necesarios que otros, porque convendrĂĄs conmigo que la comida es mĂĄs necesaria que un mĂłvil, pero hete aquĂ­ que en esta parte del planeta somos tan raros que deseamos mĂĄs un telĂ©fono mĂłvil que un plato de comida… entre otras cosas porque ambos nos sobran.
Hay productos, por tanto, que necesitan anunciarse de una forma y productos que necesitan anunciarse de otra (incluso productos que no necesitan anunciarse y hacen lo que hacen, pero de Coca-Cola ya hablamos otro dĂ­a). He aquĂ­ el reto: cĂłmo anunciar un producto de higiene bĂĄsica y hacerlo de forma atractiva.
Quizå el primer ejemplo que te venga a la cabeza, si es que has obviado lo de «de forma atractiva», sean las compresas y derivados: pocos productos mås necesarios en la higiene femenina, y peor tratados en términos publicitarios. Pensemos, pues, en algo menos imprescindible en términos sociales, al menos ahora que el vello es bello y las barbas son guays. Exacto, las maquinillas de afeitar.
A priori es complicado anunciar algo que no es estético, ni mola especialmente, ni puedes presumir de tener, ni nada de nada. Aquí el producto no es el producto, sino el resultado y el camino hacia este: no solo tener un afeitado apurado y sencillo, sino que la piel no se irrite, que sea cómodo y otras tantas zarandajas. Pongåmosle al producto algo de aderezo social de la época, por aquello de que no haya un solo rincón del cuerpo sin vello y, ya de paso, mezclemos el producto con otros productos mainstream.
AllĂĄ vamos.
Lo primero, el elemento de seducciĂłn. Si el producto a anunciar no es el producto, sino la consecuencia, aquĂ­ la idea es la belleza, algo que se ve hasta en los anuncios relativos al afeitado de hace dĂ©cadas. Dos ejemplos: uno de los ’60 (mujer hermosa con acento extranjero anuncia una espuma de afeitado sin enseñarse nada) y otro de los ’70 (mujer hermosa con acento extranjero, voz sugerente, conato de streaptease y hombre seductor como muestra). En ambos, de alguna forma, el humor.
https://www.youtube.com/watch?v=tqY4vrgnZdk&authuser=0
https://www.youtube.com/watch?v=VmBlDmcvsqU
A bote pronto, hay pues dos recursos: la sexualidad (mås o menos encubierta) y el humor. Y aquí somos mås del humor, para qué negarlo.
De hecho, tiene un enorme filón comercial, y si no que se lo digan a los padres de Dollar Shave Club, una peculiar iniciativa que envía cuchillas de afeitar a domicilio por un dólar y con la suscripción como modelo económico. La nota predominante es la idea de que su producto es muy barato, pero también el humor. Dos ejemplos: la cita que engalana sus envíos («Me gusta afeitarme con una maquinilla aburrida», atribuida a «Nadie, jamås»), y su mås exitoso anuncio.
En él sale uno de los socios fundadores de la compañía diciendo que sus cuchillas son «jodidamente buenas», que para qué vas a pagar 20 dólares por una cuchilla que anuncia un tenista que se lleva 19 de ellos y que su proyecto mola porque, ademås de vender baratas buenas cuchillas, genera empleo. Para demostrarlo sale con Alejandro, un empleado de almacén al que pregunta qué hacía un mes atrås, a lo que él contesta «no trabajar». Después le pregunta qué hace ahora, y él le responde «trabajar». Elocuente y sencillo.

¿Te parece tonta la cosa? El vídeo, lanzado en 2012, se viralizó y llegó a tumbar la web de la empresa por el tråfico generado: en dos días sirvieron 12.000 pedidos, y ahora presumen de llegar a casi 25 millones de cuchillas al año.
No siempre es fĂĄcil viralizar anuncios, aunque es lo que todos persiguen. Una forma mĂĄs sencilla de hacerlo es lanzar acciones comerciales conjuntas, y en EEUU tiran mucho de los estrenos de blockbusters que vayan a ser mainstream (traducido al castellano, pelĂ­culas palomiteras y taquilleras). AquĂ­ dos ejemplos, el primero, de coña (una lĂ­nea de maquinillas con los superpoderes de Los Vengadores); y la segunda, de veras —aunque parezca de coña.
https://www.youtube.com/watch?v=cbbiP7MCwME#t=16
https://www.youtube.com/watch?v=8jvLSvaH8hs
Y llegamos al punto mĂĄs complicado de todos: ÂżcĂłmo hablar de higiene Ă­ntima, entrando en el terreno sexual, en un anuncio? Hay muchas formas, pero dos clĂĄsicas: de nuevo el sexo (cuerpos bonitos, imĂĄgenes sugerentes y puestas en pantalla que te dan mĂĄs ganas de comprar al modelo o la modelo que al producto en sĂ­), o el humor. E insistimos, somos mĂĄs del humor.
Aquí hay, de nuevo, dos ejemplos: uno un poco mås burdo que el otro, aunque no sé cuål es cuål. Uno es de mujeres podando un arbusto (literalmente) y otro de un hombre depilåndose sus partes íntimas hablando de cosas tan prosaicas como «podarse el bosque», «las joyas de la corona», «el måstil», «las rocas del bosque», o ideas fuerza como «sin la maleza el årbol parece mås grande» y «otro påjaro que vuela libre».
https://www.youtube.com/watch?v=KiHpibGYrew

Ahora que ya se nos va la cosa de las manos, lo dejamos aquĂ­. Otro dĂ­a hablamos de mĂĄs productos Ă­ntimos y cĂłmo anunciarlos, con el ejemplo de Old Spice. O bueno, mejor no

 

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