A lomos de un caballo, de una silla de ruedas que parece un tanque o bajo el agua, las variantes del rugby demuestran que el deporte del balĂ³n oval no es tan fiero y violento como muchos piensan.
Si el rugby te parece violento, imagĂnatelos a caballo. No es una broma. Por descabellado que parezca, existe un deporte en el que cuatro jinetes por equipo, a lomos de sus corceles, han de portar una pelota de un extremo a otro de la cancha para anotar el mayor nĂºmero de puntos posible. Antes de hablar del rugby como un deporte de bestias, tus amigos deberĂ¡n haber visto un partido de horseball.
Este deporte, aunque para su evoluciĂ³n tomĂ³ como ejemplo el rugby, tiene su origen en el tradicional pato argentino. Una disciplina cuyos inicios se remontan al siglo XVII, cuando dos equipos de jinetes intentaban hacerse con un pato vivo que trasladaban en una bolsa de cuero con asas, con solo un orificio para que el ave asomase el pescuezo. Desde aquel primario deporte – sanginario y violento, en el que los contendientes podĂan mandar al suelo a sus rivales en la pugna por el ave encerrada – hasta el horseball, las cosas han cambiado mucho.
El pato cuenta ya con unas normas para evitar que se maltrate a los animales (incluidos los caballos), y la bolsa en la que portaban al ave ha sido sustituida por una pelota redonda con asas. MĂ¡s allĂ¡ de eso, el propĂ³sito y la vistosidad del juego siguen siendo los mismos. Los jugadores practican escorzos imposibles para, desde la montura de su caballo, agarrar la bola que estĂ¡ en suelo. Una vez en posesiĂ³n, deben cabalgar y combinar entre ellos para encestarla en la canasta que defiende el equipo rival.
Otras de las disciplinas que descienden del rugby es el rugby en silla de ruedas. Tal es la agresividad de los contendientes y la dureza con que se emplean que este deporte se conoce como murderball, algo asĂ como balĂ³n asesino.
MĂ¡s que sillas de ruedas, los participantes utilizan vehĂculos acorazados para desplazarse por la pista. Reforzadas tanto la parte delantera como la trasera, e incluso las ruedas, chocan sin piedad unos contra otros. No suelen sufrir magulladuras en sus propias carnes, ya que el contacto fĂsico estĂ¡ sancionado, pero las sillas que los transportan son otra historia… Acaban totalmente destrozadas por los encontronazos que tienen que sufrir.
BĂ¡sicamente, como si fueran placajes, los jugadores de un equipo han de chocar para defender a sus compañeros y para detener el avance de los adversarios, mientras unos y otros tratan de posar el balĂ³n mĂ¡s allĂ¡ de la lĂnea de marca.
Otra disciplina que pueden utilizar los seguidores del deporte oval para aplacar la sorpresa de sus familiares y amigos es el rugby subacuĂ¡tico, una variante en tres dimensiones. El balĂ³n, que en su interior contiene agua salada para que no pueda salir a flote, puede pasarse tanto para un lado como para arriba, para abajo, hacia delante o hacia atrĂ¡s…
Los participantes tienen un cometido claro: llevar la pelota al extremo opuesto del campo para encestar en una canasta situada al fondo de la piscina. Sin riesgo de caer mal tras un placaje y acabar con un hueso roto, los osados que se han animado a practicar este deporte aseguran que se trata de algo parecido al quidditchque practicaban Harry Potter y los suyos en Hogwarts. Aunque sin escobas voladoras de por medio.
A lomos de un caballo, de una silla de ruedas que parece un tanque o bajo el agua, las variantes del rugby demuestran que el deporte del balĂ³n oval no es tan fiero y violento como muchos piensan.
Si el rugby te parece violento, imagĂnatelos a caballo. No es una broma. Por descabellado que parezca, existe un deporte en el que cuatro jinetes por equipo, a lomos de sus corceles, han de portar una pelota de un extremo a otro de la cancha para anotar el mayor nĂºmero de puntos posible. Antes de hablar del rugby como un deporte de bestias, tus amigos deberĂ¡n haber visto un partido de horseball.
Este deporte, aunque para su evoluciĂ³n tomĂ³ como ejemplo el rugby, tiene su origen en el tradicional pato argentino. Una disciplina cuyos inicios se remontan al siglo XVII, cuando dos equipos de jinetes intentaban hacerse con un pato vivo que trasladaban en una bolsa de cuero con asas, con solo un orificio para que el ave asomase el pescuezo. Desde aquel primario deporte – sanginario y violento, en el que los contendientes podĂan mandar al suelo a sus rivales en la pugna por el ave encerrada – hasta el horseball, las cosas han cambiado mucho.
El pato cuenta ya con unas normas para evitar que se maltrate a los animales (incluidos los caballos), y la bolsa en la que portaban al ave ha sido sustituida por una pelota redonda con asas. MĂ¡s allĂ¡ de eso, el propĂ³sito y la vistosidad del juego siguen siendo los mismos. Los jugadores practican escorzos imposibles para, desde la montura de su caballo, agarrar la bola que estĂ¡ en suelo. Una vez en posesiĂ³n, deben cabalgar y combinar entre ellos para encestarla en la canasta que defiende el equipo rival.
Otras de las disciplinas que descienden del rugby es el rugby en silla de ruedas. Tal es la agresividad de los contendientes y la dureza con que se emplean que este deporte se conoce como murderball, algo asĂ como balĂ³n asesino.
MĂ¡s que sillas de ruedas, los participantes utilizan vehĂculos acorazados para desplazarse por la pista. Reforzadas tanto la parte delantera como la trasera, e incluso las ruedas, chocan sin piedad unos contra otros. No suelen sufrir magulladuras en sus propias carnes, ya que el contacto fĂsico estĂ¡ sancionado, pero las sillas que los transportan son otra historia… Acaban totalmente destrozadas por los encontronazos que tienen que sufrir.
BĂ¡sicamente, como si fueran placajes, los jugadores de un equipo han de chocar para defender a sus compañeros y para detener el avance de los adversarios, mientras unos y otros tratan de posar el balĂ³n mĂ¡s allĂ¡ de la lĂnea de marca.
Otra disciplina que pueden utilizar los seguidores del deporte oval para aplacar la sorpresa de sus familiares y amigos es el rugby subacuĂ¡tico, una variante en tres dimensiones. El balĂ³n, que en su interior contiene agua salada para que no pueda salir a flote, puede pasarse tanto para un lado como para arriba, para abajo, hacia delante o hacia atrĂ¡s…
Los participantes tienen un cometido claro: llevar la pelota al extremo opuesto del campo para encestar en una canasta situada al fondo de la piscina. Sin riesgo de caer mal tras un placaje y acabar con un hueso roto, los osados que se han animado a practicar este deporte aseguran que se trata de algo parecido al quidditchque practicaban Harry Potter y los suyos en Hogwarts. Aunque sin escobas voladoras de por medio.
Mejor quedarnos con el rugby, que es un deporte apasionante. Aquà tenéis un ameno diccionario para saborear mejor el Seis Naciones http://deporadictos.com/el-diccionario-del-rugby-historia-reglas-y-vocabulario-imprescindible-i/
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