Por fin serás libre de engordar cuanto quieras sin los rigores de la dictadura de la OperaciĂłn Bikini, podrás tomar sopas calientes, ponerte un jersey, tirar las incĂłmodas sandalias a la hoguera, pasar frĂo y mandar al infierno el pepino. «TĂłmatelo, que está muy fresquito», dice tu madre. Y lo dice porque no es ella la que tiene que lidiar durante toda la tarde con las repeticiones de la hortaliza de Satán. Mamá, pensaba que me querĂas.
DecĂa Fernando Fernán-GĂłmez que las bicicletas son para el verano. Y cualquiera le llevaba la contraria con la mala leche que gastaba. Por eso, cuando el verano languidece, esa bicicleta que compraste para dar paseos al atardecer debe pasar a unas manos que la utilicen más de las dos veces que la has usado tĂş. Porque sĂ, incluso a las ocho de la tarde hacĂa demasiado calor y te diste cuenta de que esa era la hora de la tapita y no de estar pedaleando por esos caminos del señor.
Lo mejor es que te deshagas de ella antes de que sea la vergüenza la que se deshaga de ti.
Lo hiciste con ilusiĂłn. QuerĂas integrarte. Que la isla (no la vamos a llamar Ibiza, la vamos a llamar ‘la isla’) entrara en ti. Equilibrar tus energĂas, regular los chakras, sentir la llamada del mar. Y claro, para eso necesitabas una maleta de 30 kilogramos de ropa de color blanco, que además es muy agradecida de lavar porque puedes utilizar lejĂa para quitar las manchas de vino.
El buen tiempo irá difuminándose y te apetecerá mucho menos entregarte a la actividad fĂsica, al deporte. Comienzan la Liga, la NBA, las series que más te gustan. Es hora de volver al calor de lo que más echas de menos: tu sofá y tu manta. Deshazte de tus zapatillas de runner y de todo lo que huela a vida sana. CĂłmprate una manta.
Por fin serás libre de engordar cuanto quieras sin los rigores de la dictadura de la OperaciĂłn Bikini, podrás tomar sopas calientes, ponerte un jersey, tirar las incĂłmodas sandalias a la hoguera, pasar frĂo y mandar al infierno el pepino. «TĂłmatelo, que está muy fresquito», dice tu madre. Y lo dice porque no es ella la que tiene que lidiar durante toda la tarde con las repeticiones de la hortaliza de Satán. Mamá, pensaba que me querĂas.
DecĂa Fernando Fernán-GĂłmez que las bicicletas son para el verano. Y cualquiera le llevaba la contraria con la mala leche que gastaba. Por eso, cuando el verano languidece, esa bicicleta que compraste para dar paseos al atardecer debe pasar a unas manos que la utilicen más de las dos veces que la has usado tĂş. Porque sĂ, incluso a las ocho de la tarde hacĂa demasiado calor y te diste cuenta de que esa era la hora de la tapita y no de estar pedaleando por esos caminos del señor.
Lo mejor es que te deshagas de ella antes de que sea la vergüenza la que se deshaga de ti.
Lo hiciste con ilusiĂłn. QuerĂas integrarte. Que la isla (no la vamos a llamar Ibiza, la vamos a llamar ‘la isla’) entrara en ti. Equilibrar tus energĂas, regular los chakras, sentir la llamada del mar. Y claro, para eso necesitabas una maleta de 30 kilogramos de ropa de color blanco, que además es muy agradecida de lavar porque puedes utilizar lejĂa para quitar las manchas de vino.
El buen tiempo irá difuminándose y te apetecerá mucho menos entregarte a la actividad fĂsica, al deporte. Comienzan la Liga, la NBA, las series que más te gustan. Es hora de volver al calor de lo que más echas de menos: tu sofá y tu manta. Deshazte de tus zapatillas de runner y de todo lo que huela a vida sana. CĂłmprate una manta.