Victor Puchalski usa los colores como armas
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Imaginemos una pelĂcula de la Cannon. Un cientĂfico tipo Re-Animator está dándole forma a una nueva criatura a la que debe dotar de personalidad para que pueda integrarse en la sociedad. ÂżQuĂ© cosas enseñarle para que sepa comportarse correctamente y ganarse la vida? ÂżAristĂłteles? ÂżProust? ÂżMozart? ÂżShakespeare?
Recordemos que es una pelĂcula de Cannon, no una de Peter Greenaway. Exacto: mejor darle un buen chute de las Baccara, Victor Moscoso, Los amos de Dogtown, Marra, JosĂ© JaJaJa, Pope, CorrupciĂłn en Miami, tebeos de Image CĂłmics, He-Man en todas sus encarnaciones, desde muñecos a dibujos animados, un poco de Paul Gulacy, Tetsuo Hara, Tsemberlidis, juguetes del Happy Meal y alguna cosa más que encontremos por ahĂ.
El cientĂfico conecta un mĂłdem de 56k a una computadora con pantalla de fĂłsforo verde, saca unos cuantos disquetes de 1/4 aunque solo sea para que quede bonito. Conecta unos cables al cráneo de su criatura y comienza a introducirle toda esa informaciĂłn en el cerebro. Fundido a negro.
El resultado de esos experimentos podrĂa ser perfectamente Victor Puchalski, autor que realiza cĂłmics de colores imposibles, repletos de violencia, videojuegos, artes marciales y todas las referencias imaginables a esa cultura de los años 80 y 90 y que, como a la criatura de nuestra imaginaria pelĂcula, le fueron inoculadas en la infancia.
«En realidad los tebeos no es que que fuesen algo que me interesase per se. Estaban ahĂ, como los muñecos o los dibujos animados. Haces memoria y ya los tienes entre las manos. Pero en un momento dado la forma de verlos cambia cuando pienso, “joder, quiero hacer eso. Voy a imitar a Toriyama”. AhĂ ya cruzas el punto de no retorno».
Un domingo Puchalski le dijo a su padre que querĂa dibujar tebeos y, al dĂa siguiente, se pasĂł la jornada escolar pasando de todo sin parar de hacer viñetas. «DebĂa de tener unos once o doce años. Luego ya hay más historia, pero se hace muuuy larga».
Parte de esa historia tiene que ver con Kann. Un personaje creado hacia el año 2012 con intenciĂłn de «hacer un tebeo de artes marciales, lucha bestia, gente cagando encima de gente y esas cosas». En 2014, cuando Puchalski decidiĂł dedicarse en serio a los tebeos, Kann estaba ahĂ, esperándole, con los puños preparados, las katas listas y el vientre lleno.
«Es la historia de un magnate de los negocios y maestro de kung fu que emprende una espiral de violencia alrededor del mundo y de otras dimensiones para liquidar a los siete maestros que le entrenaron. Tiene de todo, artes marciales, posapocalismo, turbiedad… Ahora, con Autsaider CĂłmics, he tenido la oportunidad de desarrollar, definir y expandir más todo ese universo. Vamos a empezar con un libro-objeto desplegable, Kann & the heavymetalords of war, en el que se entrevĂ© parte del origen del personaje. Es un complemento a la saga original, que saldrá para finales de año en formato libro».
Además de un festival de violencia posapocalĂptica, Kann es un despropĂłsito de colores. NO solo incluye tonos que harĂan volverse loco a cualquier impresor, sino que Puchalski emplea con una habilidad pasmosa degradados de color que pasan de una figura a otra sin respetar planos o figuras, para formar parte de la historia casi como un personaje más.
«El color tiene muchĂsima importancia en mi obra. El color para mĂ es un arma. Desde el principio tenĂa claro que debĂa funcionar cĂłmo lo hace, planteándolo de forma que obedeciese a unas necesidades tanto estĂ©ticas como narrativas. La gente se sorprende cuando digo que la base de ese color está en los cĂłmics de superhĂ©roes más clásicos, pero es que es asĂ. Aquellos tebeos se coloreaban, no intentaban imitar a ningĂşn director de fotografĂa. Me gusta que los tebeos sigan pareciendo tebeos, nuevos, raros, serios, divertidos, reflexivos, abstractos, locos… y el color forma parte de ese paquete de herramientas e intenciones».
Además de su innegable componente estético, la obra de Puchalski destaca por la preocupación por contar. No tanto en lo que se refiere a la originalidad de las historias sino en el modo de narrarlas. Una tarea en la que también tiene mucha importancia la forma de hablar de los personajes.
«No me interesa esa tendencia de algunos a la supremacĂa del “que me cuenten algo”. Me interesa el “cĂłmo contarlo”. A estas alturas de la partida, la fuerza de algo reside ahĂ y no en inventar cocacolas. Por eso, tan importante como el color, es el lenguaje. ÂżPor quĂ© no subir el volumen un punto más como hago con el color? El lenguaje es el aspecto que, de forma más evidente, reproduce un eco de nuestra realidad. Por eso, mi intenciĂłn, incluso en lo Ă©pico, es no desvincular el vocabulario de los personajes del mundo del lector. De esta forma fusiono lo Ă©pico con lo cotidiano. La heroicidad con la absurdez».
La contundencia del universo gráfico de Puchalski está llamado a traspasar las páginas de los tebeos. El atractivo visual de sus ilustraciones y su vinculaciĂłn emocional con esa generaciĂłn de treintañeros que crecieron con Dragones & Marmorras, la Nintendo, la Mega Drive, hace que sean firmes candidatas a una lĂnea de merchandising. Camisetas, plumieres, carpetas… Como Jordi Labanda, pero con sangre y violencia.
«Me gusta el merchandising, pero mi tralla no tendrĂa la misma viabilidad comercial que la de este señor. Mi target es más molĂłn, pero menos numeroso y, quieras que no, me veo más McFarlane que haciendo sombrillas o edredones. Cuesta imaginar un paĂs en el que manadas consumistas acudan en masa a comprar putos cojines con el dibujo de un gladiador cagándole en la boca a otro, aunque serĂa bonito. Por mi parte prefiero seguir centrado en currar en esto, pero siendo consciente de las posibilidades que tiene, entre las cuales está un merchandising muy concreto y, de vez en cuando, flipar con alguna lĂnea de muñecos bien chula o algo tipo consolador inspirado en Kann. AsĂ rosita, lleno de venas, de esos que tienen como rodamientos por dentro».
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Imaginemos una pelĂcula de la Cannon. Un cientĂfico tipo Re-Animator está dándole forma a una nueva criatura a la que debe dotar de personalidad para que pueda integrarse en la sociedad. ÂżQuĂ© cosas enseñarle para que sepa comportarse correctamente y ganarse la vida? ÂżAristĂłteles? ÂżProust? ÂżMozart? ÂżShakespeare?
Recordemos que es una pelĂcula de Cannon, no una de Peter Greenaway. Exacto: mejor darle un buen chute de las Baccara, Victor Moscoso, Los amos de Dogtown, Marra, JosĂ© JaJaJa, Pope, CorrupciĂłn en Miami, tebeos de Image CĂłmics, He-Man en todas sus encarnaciones, desde muñecos a dibujos animados, un poco de Paul Gulacy, Tetsuo Hara, Tsemberlidis, juguetes del Happy Meal y alguna cosa más que encontremos por ahĂ.
El cientĂfico conecta un mĂłdem de 56k a una computadora con pantalla de fĂłsforo verde, saca unos cuantos disquetes de 1/4 aunque solo sea para que quede bonito. Conecta unos cables al cráneo de su criatura y comienza a introducirle toda esa informaciĂłn en el cerebro. Fundido a negro.
El resultado de esos experimentos podrĂa ser perfectamente Victor Puchalski, autor que realiza cĂłmics de colores imposibles, repletos de violencia, videojuegos, artes marciales y todas las referencias imaginables a esa cultura de los años 80 y 90 y que, como a la criatura de nuestra imaginaria pelĂcula, le fueron inoculadas en la infancia.
«En realidad los tebeos no es que que fuesen algo que me interesase per se. Estaban ahĂ, como los muñecos o los dibujos animados. Haces memoria y ya los tienes entre las manos. Pero en un momento dado la forma de verlos cambia cuando pienso, “joder, quiero hacer eso. Voy a imitar a Toriyama”. AhĂ ya cruzas el punto de no retorno».
Un domingo Puchalski le dijo a su padre que querĂa dibujar tebeos y, al dĂa siguiente, se pasĂł la jornada escolar pasando de todo sin parar de hacer viñetas. «DebĂa de tener unos once o doce años. Luego ya hay más historia, pero se hace muuuy larga».
Parte de esa historia tiene que ver con Kann. Un personaje creado hacia el año 2012 con intenciĂłn de «hacer un tebeo de artes marciales, lucha bestia, gente cagando encima de gente y esas cosas». En 2014, cuando Puchalski decidiĂł dedicarse en serio a los tebeos, Kann estaba ahĂ, esperándole, con los puños preparados, las katas listas y el vientre lleno.
«Es la historia de un magnate de los negocios y maestro de kung fu que emprende una espiral de violencia alrededor del mundo y de otras dimensiones para liquidar a los siete maestros que le entrenaron. Tiene de todo, artes marciales, posapocalismo, turbiedad… Ahora, con Autsaider CĂłmics, he tenido la oportunidad de desarrollar, definir y expandir más todo ese universo. Vamos a empezar con un libro-objeto desplegable, Kann & the heavymetalords of war, en el que se entrevĂ© parte del origen del personaje. Es un complemento a la saga original, que saldrá para finales de año en formato libro».
Además de un festival de violencia posapocalĂptica, Kann es un despropĂłsito de colores. NO solo incluye tonos que harĂan volverse loco a cualquier impresor, sino que Puchalski emplea con una habilidad pasmosa degradados de color que pasan de una figura a otra sin respetar planos o figuras, para formar parte de la historia casi como un personaje más.
«El color tiene muchĂsima importancia en mi obra. El color para mĂ es un arma. Desde el principio tenĂa claro que debĂa funcionar cĂłmo lo hace, planteándolo de forma que obedeciese a unas necesidades tanto estĂ©ticas como narrativas. La gente se sorprende cuando digo que la base de ese color está en los cĂłmics de superhĂ©roes más clásicos, pero es que es asĂ. Aquellos tebeos se coloreaban, no intentaban imitar a ningĂşn director de fotografĂa. Me gusta que los tebeos sigan pareciendo tebeos, nuevos, raros, serios, divertidos, reflexivos, abstractos, locos… y el color forma parte de ese paquete de herramientas e intenciones».
Además de su innegable componente estético, la obra de Puchalski destaca por la preocupación por contar. No tanto en lo que se refiere a la originalidad de las historias sino en el modo de narrarlas. Una tarea en la que también tiene mucha importancia la forma de hablar de los personajes.
«No me interesa esa tendencia de algunos a la supremacĂa del “que me cuenten algo”. Me interesa el “cĂłmo contarlo”. A estas alturas de la partida, la fuerza de algo reside ahĂ y no en inventar cocacolas. Por eso, tan importante como el color, es el lenguaje. ÂżPor quĂ© no subir el volumen un punto más como hago con el color? El lenguaje es el aspecto que, de forma más evidente, reproduce un eco de nuestra realidad. Por eso, mi intenciĂłn, incluso en lo Ă©pico, es no desvincular el vocabulario de los personajes del mundo del lector. De esta forma fusiono lo Ă©pico con lo cotidiano. La heroicidad con la absurdez».
La contundencia del universo gráfico de Puchalski está llamado a traspasar las páginas de los tebeos. El atractivo visual de sus ilustraciones y su vinculaciĂłn emocional con esa generaciĂłn de treintañeros que crecieron con Dragones & Marmorras, la Nintendo, la Mega Drive, hace que sean firmes candidatas a una lĂnea de merchandising. Camisetas, plumieres, carpetas… Como Jordi Labanda, pero con sangre y violencia.
«Me gusta el merchandising, pero mi tralla no tendrĂa la misma viabilidad comercial que la de este señor. Mi target es más molĂłn, pero menos numeroso y, quieras que no, me veo más McFarlane que haciendo sombrillas o edredones. Cuesta imaginar un paĂs en el que manadas consumistas acudan en masa a comprar putos cojines con el dibujo de un gladiador cagándole en la boca a otro, aunque serĂa bonito. Por mi parte prefiero seguir centrado en currar en esto, pero siendo consciente de las posibilidades que tiene, entre las cuales está un merchandising muy concreto y, de vez en cuando, flipar con alguna lĂnea de muñecos bien chula o algo tipo consolador inspirado en Kann. AsĂ rosita, lleno de venas, de esos que tienen como rodamientos por dentro».