21 de octubre 2014    /   CINE/TV
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VĂ­deos que derrocan gobiernos, marcas que se convierten en armas

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Nuestra forma de entender el mundo y relacionarnos con Ă©l estĂ¡ mediatizada por las imĂ¡genes. Nuestro mundo, que siempre se ha regido por la violencia y el conflicto, ahora se relaciona con nosotros de una forma diferente debido a la forma en la que recibimos y entendemos las imĂ¡genes que de Ă©l se toman. Esta es una historia absolutamente subjetiva sobre la imagen, el conflicto y la violencia y el uso que hacen y hacemos de ellos.
Desde la Guerra del Golfo el referente visual del conflicto armado es casi un meme sociolĂ³gico. Se trata de la imagen de vĂ­deo en baja calidad procedente de los sistemas de guĂ­a de un misil. Todo el mundo lo recuerda y lo reconoce: imagen gris repleta de ruido, un objetivo (un vehĂ­culo o una edificaciĂ³n sobre un escenario prĂ¡cticamente sintĂ©tico) y una retĂ­cula que marca el punto en el que impactarĂ¡ el proyectil. Y finalmente, el proyectil impacta.

Harun Farocki produjo en Alemania en 2003 War at distance, algo entre el documental y el cine de vanguardia. Farocki recapacita (o hace recapacitar) sobre cuĂ¡l es el presente de la guerra. La imagen digital se ha convertido en el Ăºnico referente que tenemos la mayorĂ­a de nosotros sobre lo que supone un conflicto armado, del mismo modo que esa imagen digital es el referente que nos une con aquellos contextos que no son los nuestros.
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[pullquote class=”left”]Desde la Guerra del Golfo el referente visual del conflicto armado es casi un meme sociolĂ³gico[/pullquote]
Se trata de una banalizaciĂ³n de la muerte, que es en definitiva el producto de la guerra. Es en definitiva la trivializaciĂ³n de la imagen digital, del medio de comunicaciĂ³n. «Revolution will not be televised», dijo Scott-Heron en 1970, cuando Vietnam era la primera guerra en diferido y en televisiĂ³n.
Farocki relaciona esta banalizaciĂ³n de la imagen, de la guerra y la muerte con el propio sistema productivo que alimenta el circuito opiniĂ³n pĂºblica-producciĂ³n bĂ©lica-conflicto. MĂ¡s allĂ¡ de la analogĂ­a evidente, Farocki habla no solo sobre el canal productivo en sentido materialista, sino ademĂ¡s sobre el propio proceso de producciĂ³n audiovisual como parte de ese proceso de construcciĂ³n del conflicto.
En Raqqa (Siria) es donde se desarrollan parte de los reportajes de la agencia Vice News y gracias a los cuales hemos conseguido una visiĂ³n mucho mĂ¡s prĂ³xima del Estado IslĂ¡mico (EI). Una especie de POV de lo que significa la Yihad tal y como la entiende el islamismo radical. Abu Mosa, el oficial de prensa del EI, nos acompaña a bordo de un Toyota por las calles de Raqqa mientras comenta que ellos son «partidarios del desarrollo siempre y cuando este estĂ© de acuerdo con la Sharia». Y mientras dice esto y lanza improperios en contra de Estados Unidos y los «infieles», viste unas Way Farer. No puedo apartar la vista del logo de Ray-Ban durante todo el rato.

Vice News nos trae la realidad de otro mundo, probablemente menos lejano de lo que creemos, hasta un lugar tan cĂ³modo y prĂ³ximo como la pantalla de nuestro dispositivo mĂ³vil. Lo que para nosotros es un vĂ­deo de 8 minutos en Youtube o una pieza de dos en las noticias de las nueve, para ellos es una guerra. Es la guerra en vivo, que no en directo.
[pullquote class=”right”]El comienzo del fin de la era Ceaucescu comenzĂ³ en prime time[/pullquote]
Un tiempo despuĂ©s, en mi casa y de vuelta de un viaje, en un canal de televisiĂ³n, otra pelĂ­cula: Code Name Geronimo. Search for Bin Laden. Gran parte del relato de esta cinta se apoya en la imagen subjetiva que supuestamente transmiten en tiempo real los soldados que participan en la operaciĂ³n de bĂºsqueda de Bin Laden. De nuevo ficciĂ³n y realidad y aquella imagen en baja de la que hablaba Farocki.
Esta confusiĂ³n de realidad y ficciĂ³n, de muerte en directo y en diferido, me recuerda algo que sucediĂ³ en la RumanĂ­a de los años en los que Ceausescu era el jefe del estado. CorrĂ­an los años 80 en aquella RumanĂ­a socialista, empobrecida, hambrienta y aislada. Nicolae tuvo la feliz idea de ordenar la emisiĂ³n en prime time de la serie Dallas. CreĂ­a que mostrando a sus conciudadanos la degradaciĂ³n moral de occidente conseguirĂ­a que su pueblo le agradeciera los cuarenta años de hambre, brutalidad y aislamiento a los que habĂ­an sido sometidos.
El efecto fue totalmente opuesto al deseado por Ceausescu. Pronto el pueblo rumano empezĂ³ a codiciar aquellos coches, aquellas casas y aquellas mujeres, creyendo que al oeste del muro todos Ă­bamos con sombrero tejano y arrojando petrodĂ³lares. El comienzo del fin de la era Ceausescu habĂ­a comenzado en prime time.
Andrei Ujica, alumno de Farocki, rodĂ³ en 2010 el documental AutobiografĂ­a de Nicolae Ceausescu. Ujica, siguiendo los postulados estĂ©ticos de su mentor, elabora un film exclusivamente con material de los archivos de la radio televisiĂ³n socialista rumana.
Observamos la historia de Nicolae desde su ascenso a lĂ­der del Partido Comunista rumano en marzo de 1965 hasta el juicio previo a su ejecuciĂ³n el dĂ­a de navidad de 1989. Toda una vida pĂºblica, toda una vida de liderazgo y/o tiranĂ­a expuesta en la forma en la que el lĂ­der y/o tirano quiso que se mostrase a su pueblo.
https://www.youtube.com/watch?v=1h50di3Bc6g
Tanto para el ciudadano medio de la RepĂºblica Socialista de RumanĂ­a como para Nicolae y Elena Ceausescu, la serie Dallas y JR Ewing (Larry Hagman) eran la misma imagen o la misma sucesiĂ³n de imĂ¡genes, pero la recepciĂ³n y elaboraciĂ³n del mensaje dependĂ­an tanto del contexto del receptor, que hacĂ­an que lo que los Ceausescu aparentemente repudiaban era lo que sus sĂºbditos ansiaban hasta el extremo de terminar con la vida de sus tiranos y exponer las suyas propias.
[pullquote class=”left”]Estas historias hablan sobre la banalizaciĂ³n de la violencia, el conflicto y la muerte[/pullquote]
Nosotros entendemos que AutobiografĂ­a de Nicolae Ceausescu es el triste retrato de una tiranĂ­a y representa el sufrimiento de un pueblo porque conocemos las consecuencias del delirio de su tirano. Pero ¿quĂ© podemos extraer de los vĂ­deos de Vice News sobre el EI? Podemos extraer que Abu Mosa lleva unas Ray-Ban mientras dispara un AK 47.
¿QuĂ© podrĂ­a extraer un combatiente de EI de Code Name: Geronimo? Muerte, persecuciĂ³n y genocidio. Los mismos delitos de los que acusaron a Nicolae y a Elena y que los llevaron al patĂ­bulo casi en directo. Los mismos motivos que impulsaron la primera guerra del Golfo contra Saddam Hussein, tambiĂ©n en directo y en prime time.
Tanto Farocki como Ujica descontextualizan y aciertan en su relato. La publicidad, el cine, la literatura o los videojuegos de Ă©xito se apoyan en esa clave para alcanzar el mercado y sin embargo las Ray-Ban de Abu Mosa contextualizan un entorno que nos es ajeno y por eso mismo provocan inquietud. La representaciĂ³n de la violencia y el conflicto se nos muestran desnaturalizados en su imagen digital, resultando ajenos a nuestra realidad, casi como una pelĂ­cula o un videojuego. Es el objeto cotidiano o el bien de consumo lo que establece un vĂ­nculo entre la ficciĂ³n en una pantalla y aquello que puede derrocar un gobierno, pedir una intervenciĂ³n armada. Creo que ninguno de mis amigos ha disparado un AK 47, pero muchos han montado en un Toyota. Varios de ellos han sido propietarios de uno.
Estas historias hablan sobre la banalizaciĂ³n de la violencia, el conflicto y la muerte. Una banalizaciĂ³n, probablemente, consecuencia del propio sistema de la producciĂ³n moderna. Del mismo modo que la producciĂ³n de la imagen alimenta y genera el conflicto, el espectador digiere, paga y olvida. Gil Scott-Heron estaba equivocado. La revoluciĂ³n no serĂ¡ televisada, la guerra tampoco, pero comenzarĂ¡ en un canal de pago.

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Desde la Guerra del Golfo el referente visual del conflicto armado es casi un meme sociolĂ³gico. Se trata de la imagen de vĂ­deo en baja calidad procedente de los sistemas de guĂ­a de un misil. Todo el mundo lo recuerda y lo reconoce: imagen gris repleta de ruido, un objetivo (un vehĂ­culo o una edificaciĂ³n sobre un escenario prĂ¡cticamente sintĂ©tico) y una retĂ­cula que marca el punto en el que impactarĂ¡ el proyectil. Y finalmente, el proyectil impacta.

Harun Farocki produjo en Alemania en 2003 War at distance, algo entre el documental y el cine de vanguardia. Farocki recapacita (o hace recapacitar) sobre cuĂ¡l es el presente de la guerra. La imagen digital se ha convertido en el Ăºnico referente que tenemos la mayorĂ­a de nosotros sobre lo que supone un conflicto armado, del mismo modo que esa imagen digital es el referente que nos une con aquellos contextos que no son los nuestros.
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[pullquote class=”left”]Desde la Guerra del Golfo el referente visual del conflicto armado es casi un meme sociolĂ³gico[/pullquote]
Se trata de una banalizaciĂ³n de la muerte, que es en definitiva el producto de la guerra. Es en definitiva la trivializaciĂ³n de la imagen digital, del medio de comunicaciĂ³n. «Revolution will not be televised», dijo Scott-Heron en 1970, cuando Vietnam era la primera guerra en diferido y en televisiĂ³n.
Farocki relaciona esta banalizaciĂ³n de la imagen, de la guerra y la muerte con el propio sistema productivo que alimenta el circuito opiniĂ³n pĂºblica-producciĂ³n bĂ©lica-conflicto. MĂ¡s allĂ¡ de la analogĂ­a evidente, Farocki habla no solo sobre el canal productivo en sentido materialista, sino ademĂ¡s sobre el propio proceso de producciĂ³n audiovisual como parte de ese proceso de construcciĂ³n del conflicto.
En Raqqa (Siria) es donde se desarrollan parte de los reportajes de la agencia Vice News y gracias a los cuales hemos conseguido una visiĂ³n mucho mĂ¡s prĂ³xima del Estado IslĂ¡mico (EI). Una especie de POV de lo que significa la Yihad tal y como la entiende el islamismo radical. Abu Mosa, el oficial de prensa del EI, nos acompaña a bordo de un Toyota por las calles de Raqqa mientras comenta que ellos son «partidarios del desarrollo siempre y cuando este estĂ© de acuerdo con la Sharia». Y mientras dice esto y lanza improperios en contra de Estados Unidos y los «infieles», viste unas Way Farer. No puedo apartar la vista del logo de Ray-Ban durante todo el rato.

Vice News nos trae la realidad de otro mundo, probablemente menos lejano de lo que creemos, hasta un lugar tan cĂ³modo y prĂ³ximo como la pantalla de nuestro dispositivo mĂ³vil. Lo que para nosotros es un vĂ­deo de 8 minutos en Youtube o una pieza de dos en las noticias de las nueve, para ellos es una guerra. Es la guerra en vivo, que no en directo.
[pullquote class=”right”]El comienzo del fin de la era Ceaucescu comenzĂ³ en prime time[/pullquote]
Un tiempo despuĂ©s, en mi casa y de vuelta de un viaje, en un canal de televisiĂ³n, otra pelĂ­cula: Code Name Geronimo. Search for Bin Laden. Gran parte del relato de esta cinta se apoya en la imagen subjetiva que supuestamente transmiten en tiempo real los soldados que participan en la operaciĂ³n de bĂºsqueda de Bin Laden. De nuevo ficciĂ³n y realidad y aquella imagen en baja de la que hablaba Farocki.
Esta confusiĂ³n de realidad y ficciĂ³n, de muerte en directo y en diferido, me recuerda algo que sucediĂ³ en la RumanĂ­a de los años en los que Ceausescu era el jefe del estado. CorrĂ­an los años 80 en aquella RumanĂ­a socialista, empobrecida, hambrienta y aislada. Nicolae tuvo la feliz idea de ordenar la emisiĂ³n en prime time de la serie Dallas. CreĂ­a que mostrando a sus conciudadanos la degradaciĂ³n moral de occidente conseguirĂ­a que su pueblo le agradeciera los cuarenta años de hambre, brutalidad y aislamiento a los que habĂ­an sido sometidos.
El efecto fue totalmente opuesto al deseado por Ceausescu. Pronto el pueblo rumano empezĂ³ a codiciar aquellos coches, aquellas casas y aquellas mujeres, creyendo que al oeste del muro todos Ă­bamos con sombrero tejano y arrojando petrodĂ³lares. El comienzo del fin de la era Ceausescu habĂ­a comenzado en prime time.
Andrei Ujica, alumno de Farocki, rodĂ³ en 2010 el documental AutobiografĂ­a de Nicolae Ceausescu. Ujica, siguiendo los postulados estĂ©ticos de su mentor, elabora un film exclusivamente con material de los archivos de la radio televisiĂ³n socialista rumana.
Observamos la historia de Nicolae desde su ascenso a lĂ­der del Partido Comunista rumano en marzo de 1965 hasta el juicio previo a su ejecuciĂ³n el dĂ­a de navidad de 1989. Toda una vida pĂºblica, toda una vida de liderazgo y/o tiranĂ­a expuesta en la forma en la que el lĂ­der y/o tirano quiso que se mostrase a su pueblo.
https://www.youtube.com/watch?v=1h50di3Bc6g
Tanto para el ciudadano medio de la RepĂºblica Socialista de RumanĂ­a como para Nicolae y Elena Ceausescu, la serie Dallas y JR Ewing (Larry Hagman) eran la misma imagen o la misma sucesiĂ³n de imĂ¡genes, pero la recepciĂ³n y elaboraciĂ³n del mensaje dependĂ­an tanto del contexto del receptor, que hacĂ­an que lo que los Ceausescu aparentemente repudiaban era lo que sus sĂºbditos ansiaban hasta el extremo de terminar con la vida de sus tiranos y exponer las suyas propias.
[pullquote class=”left”]Estas historias hablan sobre la banalizaciĂ³n de la violencia, el conflicto y la muerte[/pullquote]
Nosotros entendemos que AutobiografĂ­a de Nicolae Ceausescu es el triste retrato de una tiranĂ­a y representa el sufrimiento de un pueblo porque conocemos las consecuencias del delirio de su tirano. Pero ¿quĂ© podemos extraer de los vĂ­deos de Vice News sobre el EI? Podemos extraer que Abu Mosa lleva unas Ray-Ban mientras dispara un AK 47.
¿QuĂ© podrĂ­a extraer un combatiente de EI de Code Name: Geronimo? Muerte, persecuciĂ³n y genocidio. Los mismos delitos de los que acusaron a Nicolae y a Elena y que los llevaron al patĂ­bulo casi en directo. Los mismos motivos que impulsaron la primera guerra del Golfo contra Saddam Hussein, tambiĂ©n en directo y en prime time.
Tanto Farocki como Ujica descontextualizan y aciertan en su relato. La publicidad, el cine, la literatura o los videojuegos de Ă©xito se apoyan en esa clave para alcanzar el mercado y sin embargo las Ray-Ban de Abu Mosa contextualizan un entorno que nos es ajeno y por eso mismo provocan inquietud. La representaciĂ³n de la violencia y el conflicto se nos muestran desnaturalizados en su imagen digital, resultando ajenos a nuestra realidad, casi como una pelĂ­cula o un videojuego. Es el objeto cotidiano o el bien de consumo lo que establece un vĂ­nculo entre la ficciĂ³n en una pantalla y aquello que puede derrocar un gobierno, pedir una intervenciĂ³n armada. Creo que ninguno de mis amigos ha disparado un AK 47, pero muchos han montado en un Toyota. Varios de ellos han sido propietarios de uno.
Estas historias hablan sobre la banalizaciĂ³n de la violencia, el conflicto y la muerte. Una banalizaciĂ³n, probablemente, consecuencia del propio sistema de la producciĂ³n moderna. Del mismo modo que la producciĂ³n de la imagen alimenta y genera el conflicto, el espectador digiere, paga y olvida. Gil Scott-Heron estaba equivocado. La revoluciĂ³n no serĂ¡ televisada, la guerra tampoco, pero comenzarĂ¡ en un canal de pago.

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