La Fundación 26 de Diciembre organiza talleres y habilita un piso para que personas de la tercera edad del colectivo LGTBIQ+ encuentren un entorno amigable.
A lo mejor no vivieron la represión salvaje, la clandestinidad por la amenaza del encarcelamiento, la tortura o a los tratamientos con electroshock para curarles. Fueron, sin embargo, la siguiente generación. La que aĆŗn vivĆa el silencio y el ostracismo bajo el yugo de una vigente dictadura mental y social. Personas que, pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, han seguido armarizadas hasta la tercera edad. Por temor, por falta de referentes, por ese peso del castigo que se extendĆa entre familiares, amigos, compaƱeros de trabajo. Y han llegado a un punto en el que sienten la incomprensión del agravio perpetuado.
Depuesta esa clĆ”usula, tampoco llegó la normalidad: Ā«Hay mucha gente que seguĆa sufriendo, y que lo hace todavĆa. Que aĆŗn no han visto en su franja de edad a dos tĆos besĆ”ndose o a dos tĆas de la mano. Y por eso hay que ser visibles y tener sĆmbolos como la fiesta del Orgullo, que la quieren desprestigiar, pero es muy importanteĀ», explica Federico Armenteros. La laguna de esa visibilidad se enfatizaba en las residencias para mayores. No habĆa demasiada pedagogĆa y podĆa ser incluso un terreno hostil. Ā«Es como si fueras del Madrid y te llevan a una del BarƧa: no estĆ”s a gustoĀ», ilustra el responsable.
Se juntan, ademĆ”s, otros factores: el concepto de residencia, tal y como lo conocĆamos, comenta el fundador de la Fundación 26 de Diciembre, ha desaparecido. Ya no es Ā«un aparcamientoĀ», alega, donde se deje a la gente en sus Ćŗltimos dĆas. En estos momentos, con una esperanza de vida al alza (la media, en EspaƱa, se sitĆŗa en torno a los 83 aƱos) y un cambio, aunque lento, de mentalidad, en estos espacios se tienen mĆ”s cuenta las particularidades y se fomenta la estancia activa. Ā«Se van a tener que especializar, como los colegios, y a adoptar otros conceptosĀ», cavila Armenteros.
Ā«Tenemos que ser precavidos, porque andĆ”bamos pintando un mundo de colores cuando mucha gente lo sigue queriendo grisĀ», describe el responsable de la Fundación. Basta un ejemplo reciente: en el concierto de la artista RocĆo Saiz en Murcia del sĆ”bado 24 de junio, la policĆa le dio el ultimĆ”tum de taparse los pechos o detener el concierto.Ā Ā«Ahora dicen que tenemos privilegios, que nunca nos han reprimido. Y nosotros volvemos a decir que no queremos ventajas, solo igualdadĀ», aƱade Federico Armenteros, que tacha a quienes se oponen de negacionistas: Ā«No creen en la diversidad, no les gusta, y quieren acabar con ellaĀ».Ā
A lo mejor no vivieron la represión salvaje, la clandestinidad por la amenaza del encarcelamiento, la tortura o a los tratamientos con electroshock para curarles. Fueron, sin embargo, la siguiente generación. La que aĆŗn vivĆa el silencio y el ostracismo bajo el yugo de una vigente dictadura mental y social. Personas que, pertenecientes al colectivo LGTBIQ+, han seguido armarizadas hasta la tercera edad. Por temor, por falta de referentes, por ese peso del castigo que se extendĆa entre familiares, amigos, compaƱeros de trabajo. Y han llegado a un punto en el que sienten la incomprensión del agravio perpetuado.
Depuesta esa clĆ”usula, tampoco llegó la normalidad: Ā«Hay mucha gente que seguĆa sufriendo, y que lo hace todavĆa. Que aĆŗn no han visto en su franja de edad a dos tĆos besĆ”ndose o a dos tĆas de la mano. Y por eso hay que ser visibles y tener sĆmbolos como la fiesta del Orgullo, que la quieren desprestigiar, pero es muy importanteĀ», explica Federico Armenteros. La laguna de esa visibilidad se enfatizaba en las residencias para mayores. No habĆa demasiada pedagogĆa y podĆa ser incluso un terreno hostil. Ā«Es como si fueras del Madrid y te llevan a una del BarƧa: no estĆ”s a gustoĀ», ilustra el responsable.
Se juntan, ademĆ”s, otros factores: el concepto de residencia, tal y como lo conocĆamos, comenta el fundador de la Fundación 26 de Diciembre, ha desaparecido. Ya no es Ā«un aparcamientoĀ», alega, donde se deje a la gente en sus Ćŗltimos dĆas. En estos momentos, con una esperanza de vida al alza (la media, en EspaƱa, se sitĆŗa en torno a los 83 aƱos) y un cambio, aunque lento, de mentalidad, en estos espacios se tienen mĆ”s cuenta las particularidades y se fomenta la estancia activa. Ā«Se van a tener que especializar, como los colegios, y a adoptar otros conceptosĀ», cavila Armenteros.
Ā«Tenemos que ser precavidos, porque andĆ”bamos pintando un mundo de colores cuando mucha gente lo sigue queriendo grisĀ», describe el responsable de la Fundación. Basta un ejemplo reciente: en el concierto de la artista RocĆo Saiz en Murcia del sĆ”bado 24 de junio, la policĆa le dio el ultimĆ”tum de taparse los pechos o detener el concierto.Ā Ā«Ahora dicen que tenemos privilegios, que nunca nos han reprimido. Y nosotros volvemos a decir que no queremos ventajas, solo igualdadĀ», aƱade Federico Armenteros, que tacha a quienes se oponen de negacionistas: Ā«No creen en la diversidad, no les gusta, y quieren acabar con ellaĀ».Ā