«Es, posiblemente, la pelÃcula comercial más cutre de todos los tiempos», sentencia Carlos Palencia, que de cine cutre sabe un rato. Es el director de CutreCon, el festival de cine cutre de Madrid, que esta semana se inicia con esta joya de la caspa. «Es un filme que siempre se ha valorado proyectar en CutreCon, pero las únicas copias que habÃa eran versiones VHS amarillentas, de una calidad terrible», explica Palencia.
Eso es mucho decir. En los años 70 y 80 el cine era una fiesta en TurquÃa. Las familias iban a las salas casi como un acto social, un lugar donde se hablaba, se chillaba y cantaba. Y si el villano de turno hacÃa algo reprobable, se tiraba algún que otro vaso a la pantalla. Una sesión de CutreCon cualquiera, vaya. Los directores turcos eran conscientes de que su público estaba más o menos distraÃdo, asà que exageraban las emociones, apostaban por una violencia cómica, un dramatismo de telenovela (turca, por supuesto), y se olvidaban de la calidad.
En el documental Remake, remix, rip-of, dedicado a este tipo de cine turco, cuentan como en el paÃs se hacÃan pelis como churros, a razón de unas 300 al año. Çetin era un buen ejemplo: rodaba pelÃculas en diez dÃas, sin parar. Por eso recibÃa el sobrenombre de Jet, por su velocidad ultrasónica.
«Es, posiblemente, la pelÃcula comercial más cutre de todos los tiempos», sentencia Carlos Palencia, que de cine cutre sabe un rato. Es el director de CutreCon, el festival de cine cutre de Madrid, que esta semana se inicia con esta joya de la caspa. «Es un filme que siempre se ha valorado proyectar en CutreCon, pero las únicas copias que habÃa eran versiones VHS amarillentas, de una calidad terrible», explica Palencia.
Eso es mucho decir. En los años 70 y 80 el cine era una fiesta en TurquÃa. Las familias iban a las salas casi como un acto social, un lugar donde se hablaba, se chillaba y cantaba. Y si el villano de turno hacÃa algo reprobable, se tiraba algún que otro vaso a la pantalla. Una sesión de CutreCon cualquiera, vaya. Los directores turcos eran conscientes de que su público estaba más o menos distraÃdo, asà que exageraban las emociones, apostaban por una violencia cómica, un dramatismo de telenovela (turca, por supuesto), y se olvidaban de la calidad.
En el documental Remake, remix, rip-of, dedicado a este tipo de cine turco, cuentan como en el paÃs se hacÃan pelis como churros, a razón de unas 300 al año. Çetin era un buen ejemplo: rodaba pelÃculas en diez dÃas, sin parar. Por eso recibÃa el sobrenombre de Jet, por su velocidad ultrasónica.